UNA ANALISIS DE LAS PERSPECTIVAS IDEOLOGICAS DE CARA AL 2022

Se avecinan las próximas elecciones y toma impulso el debate sobre enfoques predominantes en el espectro político. Abierta o soterradamente asumimos partido en defensa de posturas acordes con el perfil ideológico, político y personal. Las posturas cubren la extrema derecha, pasan por el indeterminado centro, por la centroizquierda hasta arribar a la extrema izquierda. Acogiendo o cuestionando la diversidad de argumentos de los líderes de cada corriente sobresalen criterios ad hominen. Los argumentos esenciales relacionados con las concepciones sobre el Estado, las visiones sobre el modelo económico, el rol de las instituciones, son subestimadas; en su defecto prevalecen valoraciones sobre atributos, virtudes y defectos de cada líder; las formas se superponen al contenido. Preponderan opiniones, la contundencia o tibieza en torno a temas coyunturales esbozados por cada guía. Parafraseando al extinto líder conservador Álvaro Gómez lo fundamental no figura en la agenda discursiva. El debate se ha personalizado; en ese juego emocional las razones se subordinan. Terreno fértil para estereotipos e inefables monsergas Castrochavistas.

Nos centraremos en torno a las perspectivas teórico-políticas que se disputan la franja electoral no adscrita a las tesis de derecha o de ultraderecha. Este espacio electoral es copado por corifeos del partido de gobierno, encabezado obviamente por su líder natural; cotidiana e inequívocamente expone criterios que gradualmente, y por el arte de la ventriloquia usando a Duque como instrumento se han ido traduciendo y ejecutando. El designio es imponer un pensamiento único propio del fascismo. La delicada coyuntura que atraviesa el país; las evidentes e incesantes amenazas contra el Estado de Derecho exigen como en ningún otro momento la articulación de la praxis y la teoría política. Sin despojar a la política de su faceta emocional, nos parece oportuno el antológico concepto aristotélico  “Zoon politikon” que traducido literalmente del griego equivale a decir el hombre es un “ animal político”. Cuando praxis y teoría se juntan estamos frente a un juicio integral de la política que facilita una mejor identificación de la visión del referente respectivo. Es primordial tener en cuenta el contexto histórico y el contexto relacional. Se requiere interpretar y responder a la coyuntura asumiendo un compromiso a tono con ese contexto critico al que estamos abocados.

La posición supuestamente racional y civilizada asumida por quien se autoproclama líder del centro no parece consecuente con la coyuntura actual; es desafectada. Los conflictos del país obligan a asumir posturas más beligerantes, cercanas al dolor y al sufrimiento de las víctimas. La nación ha estado en guerra durante más de 60 años consecutivos. Por lo tanto, el lenguaje de la moderación y de la civilización no responde a las circunstancias actuales. El juego de espejos y la descalificación a Petro es excluyente y de alguna manera polariza; y el lenguaje mismo de la polarización desvía la atención y despolitiza la realidad. Tratan de equiparar a Petro con Uribe.

Fajardo no amedrenta al statuo quo; no es asumido por el establecimiento como una amenaza. Representa el mito del cambio lampedusiano: todo cambie para que nada cambie; auténtica representación de lo que fue apelado en Italia el “gatopardismo”, una referencia al cambio cuyo fondo pretende que las cosas sigan igual. Adolece de posturas concretas sobre problemas esenciales, sus divagaciones son vagas, gaseosas. Cada coyuntura política requiere liderazgos específicos que respondan a esas particularidades. Cada sociedad demanda liderazgos consonantes con las circunstancias. Las condiciones nacionales ameritan soluciones más radicales. El palo no está para cucharas. A grandes males, grandes soluciones. Estamos en épocas de crisis. Ello no implica o se traduce en que la propuesta petrista sea de extrema izquierda.

Surge la pregunta ¿ Cuál es el extremismo de Petro, ? sus tesis en temas agrarios retoman parciamente lo que planteó López Pumarejo en 1934-1938 en su” Revolución en Marcha”. Propone reimpulsar el desarrollo del campo y la industrialización del país.  Sus teorías con respecto al cambio climático, disminución de gases de efecto invernadero, concuerdan con las acopiadas por la casi totalidad de países de distinto signo ideológico; partidario de igualdad de oportunidades educativas y sanitarias. Apunta a la disminución de la pobreza y la desigualdad social. Bosqueja y defiende lo que la pandemia ha restaurado en el centro del debate, un rol más participativo del Estado. Ningún atisbo del extremismo que errónea y ladinamente le endilgan.  Salvo que se tilde de extremista a quien tenga ideas claras y contundentes ante determinados asuntos; y de centro a quien carezca de una propuesta o de un modelo económico,  social e institucional. Petro va de frente; a eso llaman extremismo.

Por esbozar con claridad y vehemencia posiciones sobre temas coyunturales Petro se ha convertido en manzana de discordia entre viables aliados, y por supuesto en la bestia negra de sus más enconados contradictores de la derecha. En la construcción del estereotipo juegan un rol decisivo los medios de comunicación masiva. Propiedad de los cuatro principales grupos económicos del país. Esos medios fungen como guardianes del statuo quo. “ La libertad de expresión es la libertad del dueño de la imprenta”. Las redes y los medios alternativos mitigan el poder de esos grandes medios; no tanto como se desearía.

Los partidarios del centrismo insisten en ubicar a los dos extremos a los que aluden y a los líderes antípodas en una especie de caudillismo que, a decir verdad, está inserto en la génesis de la política nacional. El caudillismo es consustancial a la realidad política local. Sin embargo, confunden y asimilan “ El estado de opinión” uribista; con la fugaz militancia de Petro en un movimiento armado con profundas raíces nacionalistas. Equivocadamente sugieren que Petro es la idea de un individuo como tal. Demasiado simplismo, Petro tiene un programa de gobierno sólido, con propuestas elaboradas sobre la situación concreta del país; es el candidato que mejor interpreta las tendencias económicas, sociales, culturales, ambientales del mundo contemporáneo. Es audaz, creé genuinamente en sus propuestas. Padece dos grandes defectos en lo personal: sobrevalora la opinión sobre sí mismo, y propende a cazar pleitos y rencillas con potenciales aliados.

La construcción en el imaginario colectivo de una supuesta polarización y la alternativa que insinúa el centro es un arma de doble filo y tácitamente beneficia a la derecha; es uno de los ejes del fascismo y ha sido adecuadamente usada por el extremismo diestro local. La polarización amen de una necesidad y de una estrategia del sector dominante es retroalimentada por los medios. Esto no absuelve al petrismo que, por intermedio de redes y por sectores pertinaces promueven la pugnacidad y el radicalismo y cuestionen a pensamientos distintos. Pero quien posee la capacidad, la necesidad y los aliados mediáticos para imponer una agenda polarizante es la extrema derecha; la precisa como el pez al agua.

Los actores preponderantes deben abordar los temas claves: conflicto armado, narcotráfico, paramilitarismo, corrupción, desigualdad, desempleo, salud, educación, el modelo económico. Petro y Robledo a pesar de sus discordancias, han hecho la tarea con creces, se han dado la pela. Dos colosos del Congreso. Lastimosamente distanciados por razones personales. He ahí un problema. No obstante, cada cual por su lado coinciden e integran temas complejos y afines. La política como cualquier actividad no escapa a los merecimientos; mal puede esperarse que un advenedizo, que soslaya temas espinosos venga a recoger la cosecha que otros han sembrado. En momentos cruciales prefiere contemplar ballenas. No es justo. El apelativo de tibio no es gratuito;  inclusive una exreina de belleza como Margarita Rosa de Francisco, hermosa, inteligente, con mucho carácter y no menos criterio; destaca la indecisión de Fajardo. Desertó de sus filas justamente por ello.

Petro ha tenido el coraje de asumir y llevar buena parte del peso de la oposición a la derecha recalcitrante. Obviamente eso desgasta; implica un costo político al que Fajardo rehúye, no se mete a la candela. Sumémosle la negligencia, al parecer deliberada, inferida de su comportamiento en el asunto Hidroituango. Un desastre técnico, financiero, ambiental y en vidas humas. Allí en ese asunto se evidencian nexos institucionales con el uribismo y de intereses económicos con el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA).

Fajardo es excluyente y egocéntrico. Nada asimilable a un actitud de centro. Adopta una “ postura situacional”, para capturar votos allá y aquí. No representa intereses de sector o clase social determinada, y por lo tanto le es indiferente si por su obstinación en inadmitir acuerdos, alianzas y consensos el país caiga nuevamente en manos de la derecha. Al parecer le tiene sin cuidado. En ese sentido el centro es una trampa argumentativa; estructural e ideológicamente carece de fundamento real; está más cerca de la indiferencia que del compromiso, y la política requiere la praxis. Incuestionable que ante algunos temas cotidianos o inclusive relevantes es indispensable una actitud matizada lo cual, por supuesto difiere de posturas indecisas e imprecisas ante cuestiones cruciales, y pretender disfrazarlas según militantes del centro como la base de la civilización es un eufemismo. Algunos van más allá y afirman sin sonrojarse que ser de centro es tomar partido, el más difícil y el único partido que hace posible la vida y el progreso en un país con identidades, intereses y opiniones diversas. Un verdadero dislate.

El uribismo ha venido utilizando como “caballito de batalla”, y sin ningún sustento factico, paralelismos entre un eventual gobierno de Petro con el Castrochavismo- un galimatías que jamás aclaran- nada más falaz, pero la retahíla ha tenido alguna eficacia. Descartan deliberada y convenientemente experiencias exitosas de gobiernos de izquierda en otros países regionales. El hilo conductor está por la figura de Rafael Correa. Se pueden apreciar analogías no solo ideológicas, intelectuales y conceptuales sino vitales. Tanto Petro como Correa son economistas, coinciden en la excelencia académica, investigadores, autores de libros; atributos que les conceden una certera visión de la sociedad de nuestro tiempo; defensores del cambio climático. Ambos han tenido vinculación con Bélgica.

JOSE LUIS ARREDONDO MEJIA

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