LA CORRUPCIÓN EN LA GUAJIRA: UN SOFISMA DE DISTRACCIÓN POR EL DESGOBIERNO NACIONAL Y LOS ESCÁNDALOS DEL NIVEL CENTRAL EN COLOMBIA

La corrupción es un problema que permea todas las esferas de la sociedad, y La Guajira no escapa a esta triste realidad. Sin embargo, resulta necesario reflexionar si el enfoque exclusivo en la corrupción local es un sofisma de distracción que oculta los graves problemas de desgobierno a nivel nacional y los escándalos que involucran al nivel central en Colombia. En esta columna de opinión, quiero expresar cómo la atención desproporcionada en la corrupción local puede alejar la mirada de los problemas más profundos y extendidos que aquejan al país.

Es innegable que La Guajira, ha sido escenario de casos de corrupción que han generado indignación en la opinión pública. Sin embargo, debemos recordar que estos escándalos son sólo una manifestación de un problema mayor que afecta a todo el país. La corrupción en La Guajira no puede ser considerada de manera aislada, sino en el contexto de los problemas sistémicos de desgobierno que prevalecen a nivel nacional.

La crisis gubernamental a nivel nacional se evidencia en múltiples escándalos de corrupción que han involucrado a altos funcionarios del gobierno central. Casos como el de Odebrecht, los sobornos a congresistas y los desfalcos millonarios en entidades estatales han dejado en evidencia la falta de control, la impunidad y la connivencia entre el poder político y económico en Colombia.

En este contexto, enfocarse únicamente en la corrupción local en La Guajira, puede convertirse en un sofisma de distracción que desvía la atención de los problemas más graves de la nación. Si bien es importante que se investiguen y sancionen los casos de corrupción a nivel local, no podemos permitir que esta atención desmedida eclipse los escándalos y la impunidad que prevalecen en el nivel central.

La corrupción a escala nacional tiene consecuencias directas en todas las regiones del país, incluyendo La Guajira. Los recursos que deberían destinarse al desarrollo y bienestar de la población son desviados por actos corruptos, lo que perpetúa la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades en las regiones más vulnerables.

No podemos permitir que la corrupción en nuestro departamento se convierta en un espejismo que nos aleje de los verdaderos problemas de desgobierno y corrupción a nivel nacional. Ambos aspectos están estrechamente relacionados y requieren de acciones integrales y contundentes para ser enfrentados.

Es fundamental que, como sociedad, exijamos transparencia, rendición de cuentas y acciones firmes contra la corrupción tanto a nivel local como a nivel nacional. La lucha contra la corrupción no debe ser selectiva ni limitarse a casos individuales; debe ser un compromiso constante y sistemático para fortalecer las instituciones, promover la transparencia y garantizar la justicia.

Debemos superar los sofismas de distracción y dirigir nuestra atención hacia las causas profundas de la corrupción y el desgobierno en Colombia.

Enfocarse únicamente en la corrupción sin abordar el desgobierno en La Guajira es como tratar de curar los síntomas de una enfermedad sin atacar su causa raíz. Ambos problemas están entrelazados, y es imperativo abordarlos de manera integral.

Es hora de actuar. Es hora de que el Estado, la sociedad civil y la ciudadanía en general se unan para garantizar que los derechos de los guajiros sean respetados y protegidos.

Es imperativo que el Estado asuma su responsabilidad en la protección de nuestros derechos y garantice que las medidas adoptadas sean efectivas y sostenibles.

Esto implica invertir en infraestructuras de agua potable y saneamiento, fortalecer los servicios de salud en la región, implementar programas de seguridad alimentaria y promover la participación activa de las comunidades en la toma de decisiones que les conciernen.

El presidente no descubrió que el agua moja y el discurso con que llego al departamento lo diferencia de otros presidentes por el timbre de voz y la elocuencia en los discursos, pero igual a los demás, nos llenan de ilusiones de que por fin se solucionó lo soñado. Finalmente, creo y quiero que el presidente cumpla, porque en La Guajira sí se notaría de inmediato.

Misael Arturo Velásquez Granadillo

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