¡¡SEÑORA DE LAS… DÉCADAS¡!

He hecho silencio literario en dos domingos, por una razón importante para mí… Esta es mi crónica o columna (no todas han sido crónicas) número 100 y quiero que sea especial. La verdad tengo material para escribir, sobre varios personajes, pero no he tenido el tiempo de transcribir las entrevistas e investigar. Mi agenda ha estado bien apretada en estos días, con viajes, trabajo desde todos los frentes que cubro, no me fue fácil disponer de tiempo, tampoco de ánimo, aunque no estoy sumida en la tristeza y el dolor, el ánimo no ha llegado al tope, con la perdida de mi hermano; no obstante, por todo esto digo: gracias a Dios. Vivir es vivir, y viene como los De Toditos, trae: papas, tajaditas y chicharrones; estos últimos, los buscamos y nos los comemos primero. En la vida no los buscamos, pero llegan solitos. Jajajajajaja!! Al último cumpleaños que fui nos pasaron la bolsa y todos buscaban los chicharrones, me pasaron la bolsa diciendo: “no trajo chicharrones”, para no decir no te dejamos; zarandee la bolsa y afloraron todos! Me pare bailando y cantando: “¡Yo sé que Dios me tiene a mí, lo mío, no me voy a desespera’” Jajajajajaja!

¡A propósito de Cumpleaños número… el pasado lunes 27 de noviembre cumplió esta estaca de mujer! Ya los puedo oír preguntando: ¿Cuantos? Y yo No Sé. A veces me siento de 15, otras de 33 y algunas mañanas al despertar con tantas dolencias, me siento achacosa, como de 80. Ojalá llegue a esa edad. Pero la verdad cumplí muy feliz mis ta y tres añitos. En estos días he revisado el álbum de mi vida, buscando algo que me indiqué que tuve una celebración de quince años, porque no tengo ese recuerdo grabado en mi mente.  No hay vestigios de celebración alguna, le pregunté a mis hermanos, y no, al parecer no hubo fiesta de quinceañera. No obstante, recuerdo la pinta que me coloqué ese día: un conjunto color rosado, de falda tipo A, y blusa cuello en V, de botones como los vestidos de novia, pero delante y mangas tipo farol. Los zapatos eran mis primeros tacones, como de 7cm, rosados, cerrados y en la parte de adelante, los atravesaba en diagonal unas correítas beige y gris, también usé por primera vez panti medias, grises, caladas; el outfit lo completaba un cinturón gris ancho al frente que se iba reduciendo atrás terminando en broches; que coordinaba con las medias y las correítas grises de los zapatos. Ese día me maquillé por vez primera y recuerdo que estando en esos menesteres, en el cuarto de mis padres, que era donde había espejo; tocaron las persianas de vidrio, de la ventana que da a la calle.  Miré y era Dackar Gutiérrez, con una camisa azul cielo, las mangas remangadas a mitad del brazo y un pantalón blanco de dril, parecía un cadete de la marina; alto 1.78 tal vez, apuesto, caballeroso, sutil y como todos en su casa, con esa sonrisa que ilumina los ojos de quien los ve.  Dackar es Hermano de Helena Gutiérrez (el amor de Marciano Martínez) y de Harold, todos ellos de hermoso parecer. Cuando fui consciente de lo que pasaba sentí tremendo susto, si mi papá lo veía, lo sube del cuello al carro en el que había llegado, pero también emoción, yo sabía que le gustaba porque me miraba bonito, llegaba y me saludaba con efusividad,  por su actitud cuando me invitaba a bailar y al terminar la pieza, se quedaba con mi mano entre la suya y sudaba cuando me tenía cerca. A mí me gustaba eso.   Ese día, cuando me entrego en una bolsita de seda, un perfume de Yarley, cuyo nombre no recuerdo; (que olía delicioso y si vuelvo a sentir ese aroma algún día, seguro lo reconoceré);   cuando saqué la mano por el espacio que me daba una persiana, le sentí sus manos heladas, atrapando la mía, creo que escuchaba el tambor que sonaba en su noble corazón;  supongo que hizo acopio de toda su valentía, para decirme: “Con este pequeño detalle quiero expresar todo lo que me ahoga aquí dentro de este corazón que es tuyo”. Trato de descubrir que sentía yo en ese momento, pero no preciso, sé que en esos momentos tenía varios admiradores, era una niña, me confundía.  Supongo, que sentía bonito…  recuerdo con ternura y gratitud ese momento.

Cuando estuve lista, salí a la puerta, pero Dackar no estaba allí. No tengo más recuerdos de ese día. Dice Rocío mi hermana que llegaron Angélica (Geca), mi mejor amiga en esa etapa; Maria Celia (Telia), Luzmaida (Luzma) a felicitarme, siempre con Luzma y Telia, venia su tia Margarita y sus primas: Inesita, Jenny y Rosmy.  Como en la casa siempre había música porque al lado estaba la cantina Hamaca Grande, y mis hermanas y yo éramos cinco, porque La Nena tendría 11 años y pienso que no era pareja de baile, aún.  Se armó la pachanga. Así fue, al parecer mi fiesta de quince años. Sin organizar, sin zapatillas, sin vals. Ni siquiera recuerdo con quien bailé esa noche, porque lo del baile, lo recuerda Rocío, no yo.  Así es la mente humana, selecciona, hace registro y hasta encripta momentos imposibles de borrar, si los acompaña una emoción fuerte, y borra los que no tienen respaldo emocional.

El color de las luces mortecinas, en medio de una noche oscura, tantito gris, me lleva a suponer que los recuerdos del resto de la noche, se fueron con Dackar.   Después de ese día, no me volvió a expresar con palabras su sentir. Lo notaba en su risa nerviosa, en sus ojos de luz plena y su sonrisa total, cuando llegaba a mi casa los sábados por la tarde, con los otros junteros que venían en busca de la belleza de las mujeres peñeras.

La que si recuerdo muy bien fue la gran celebración de mis 17 años, que vale por todos los demás que nunca me celebraron.  Bueno, a decir verdad, tampoco me celebraron los 17, pero fue mi grado de bachiller, mis padres dieron una gran fiesta y después de grande, en vista de que no tenía recuerdos de que me hubiesen celebrado un cumpleaños en mi niñez o adolescencia, yo asumí esa fiesta, como mi fiesta de cumpleaños y de grado. Cosas que uno hace para sanar el alma.

La celebración fue en grande. Mi grado fue el 26 de noviembre de 1987, pero de las 12 de la noche en adelante ya era el día mundial de Noralmismo, así que a partir de ese momento la fiesta fue por mi cumpleaños. Así lo decidí como a los 35 años, cuando en un retiro espiritual, me percaté de la falta de emoción por mis cumple y desde entonces me celebro cada año; lo anuncio, me regalo, me invito, me mando flores, me serenateo y eso ha provocado que otros lo hagan por mí.

Recuerdo que me gradué con mi falda plisada azul turquí (era el uniforme), una blusa blanda manga larga, de seda labrada, sin cuello, (me atreví), medias veladas color piel y tacones negros. (Ese y el día de mi grado de la U, fueron los únicos días en mi vida que usé medias veladas, ¡¡que calor!!). Mi cabello lo corté al nivel de los hombros, totalmente liso, y un maquillaje suave, creo que mi hermana Vicky, lo hizo todo.  Estaba feliz, mi mama y mi papá elegantísimos.  Después de recibir mi diploma de manos del Hermano Francisco, el rector, el abrazo del Hermano Carlos, mi director de grupo, las fotos del recuerdo, ya saliendo de la iglesia San Juan Bautista de San Juan del Cesar, se me acercó, el muchachito de ojos miel, que me hizo suspirar el último año de Colegio, que según mis datos, también suspiraba por mí.  Eyy!! me regalaba bombombun, gaseosa, chitos, se sentaba conmigo en recreo, cuando viajaba a Venezuela con su papá ¡¡me traía llaveros lindos corazones con tu y yo!!  ¡Son señales! ¿O no?… De hecho, cuando me arreglaba pensaba que sería lindo que fuera a la ceremonia, tenía la ilusión de verlo allí, por mí.  Ahí estaba con un pantalón de gabardina crema y una camisa a cuadros beige con crema, correa y zapatos miel y sus dos hermosos ojos miel que le combinaban más que cualquier otro día en toda su vida.  Se me acercó, me felicitó, me dijo que estaba bonita. ¡Que dicha!! Creo que subí en una nube, hasta que, me empujó Graciela, mi amiga, al comentarle lo que me había dicho.  No podía creer que andaba de amores con mi compañera de salón… No sabía si gritar de felicidad por lo que me dijo o llorar de rabia por lo que me dijeron de él.   Así me fui, con ese sentimiento que no sé cómo se llama, en la oscuridad del camino de vuelta a casa se me escurrió una lagrima de dolor… llegamos a la casa, me quite la falda del uniforme y las medias veladas ¡Que Calor! Me coloqué un jumper verde pistacho, encima de la blusa blanca, unas sandalias cómodas y para el gran salón de fiesta: La Caseta Noche de Estrellas, de propiedad de mis padres, anexa a la Cantina Hamaca Grande, ósea, al lado de mi casa. Estaba llena de peñeros, laguniteros, tocapalmeros, junteros, sanjuaneros, amigos de la familia.  Entré y eso fue, Felicitaciones por aquí y por allá, regalos, baile, comida, una botella de trago en cada mesa. Tiraron la casa por la ventana.  Esa fue la noche que “El Chano” se echó 2 horas y 50 minutos de Riohacha a La Peña, cuando no había pavimento según dijo Raquel Antenor.  Puedes leer esta hermosa historia aquí   https://ojopelaomagazine.co/mi-primer-beso/

¡Unas por otras! El acto heroico de amor de “El Chano”, diluyó un poco la sensación que me causó el chico de ojos miel. Supongo que como siempre lo he hecho, me sacudí, me pinté los labios de rojo y me fui a vivir. Con el alma partida, pero avanzando, porque no hay tiempo de echarse a morir.   A las 12:00 empezó el 27 de noviembre, pero no registro en mis memorias, si acaso se juntó una celebración con la otra, si me cantaron cumpleaños feliz o simplemente seguimos celebrando el grado. Solo sé que bailé hasta el cansancio, como en cada baile al que fui de adolescente y de joven, no pelé pieza, desde que llegué, hasta que se fue el último.

A causa de mi cumpleaños y de esta crónica he estado hurgando en mis recuerdos y en mis álbumes y me he percatado de varias cosas, una:  que las fotos nos permiten devolver la película, pero la mente o el corazón, solo guardan lo que impacta con una emoción. Dos: quizá, la que más me ha impactado, es la poca consciencia que yo tenía de mi belleza, veo mis fotos y veo una mujer bellísima, que en el momento histórico de la foto no vi, no me sentí. De hecho, en mis anaqueles mentales hace un tiempo me recordaba no fea, pero, no bella. Tres: que he logrado coincidir mis pensamientos y mis sentimientos a cerca de mí, a una edad muy madura, muy tarde; me tomó mucho tiempo creérmelas. Hoy lloro, porque no me tuve más temprano en la vida, me pido perdón por haber sido cobarde, pusilánime, tanto tiempo.  Me hubiese gustado sentirme como me siento de un tiempo para aca, en aquellos años de inseguridad dolorosa, en los que permití abuso y maltrato a mi alma, a mi estima, a mi imagen. Quizás así me hubiese enfrentado a mi mamá, a mis hermanas y a todo aquel que confundió mi nobleza con debilidad. Quizás no hubiese tragado tanto sapo, no hubiese dejado pasar por alto los vejámenes que no merecía, no hubiese permitido que me robaran, me quitaran, me usurparan tanto, solo por temor, escondida detrás de una bondad, que nadie pidió, mereció o apreció, que a nadie detuvo, más que a mí.  Quizás hubiese sido un poquito más rebelde, más definida y hubiese peleado más por defenderme a mí misma.

¡Veo mis fotos, las mismas que he visto toda la vida y ahora veo a una mujer tan hermosa, pero tan bella, tan linda!! Que estoy segura me han cambiado los ojos, como diría mi amiga Neisa Milena, me echaron colirio y ahora puedo ver bien. ¡Lo bueno es que también veo hermosa, bella y linda a la mujer madura que veo en el espejo cada mañana, sin la lozanía, la tersura y firmeza que me han robado, los años vividos con cada uno de sus momentos, los cuales agradezco y celebro!

Brindo por mí, por lo que he aprendido, por el darme cuenta, justo en el momento perfecto, por la amplitud de mente y corazón que dan las experiencias, por la sabiduría que he ganado con cada tropiezo y con cada torpeza y por lo valiente que me estoy y me sigo volviendo, cada vez más.

Este 27 de noviembre, me hice un homenaje en vida, me agradecí, me bendije y me amé. Me prometí estar siempre para mí, defenderme y cuidarme hasta que la muerte nos separé.

A las 12 de la noche me abrace con Dios, me dejé consentir de su perfecto amor, así abrazada con mi Padre Celestial, me quede dormida, en la madrugada cuando sonó el despertador, lo pospuse unos minutos, me dije: ¡¡Feliz Cumpleaños Mi Negra Hermosa!! Y ahí acostada, oré por mí. Entre dormida y despierta oí la voz de mamá Cele que me dijo: “Upa! ¡Upa! Sonreí y dije: ¡Esta aquí!!  Me levanté con la sensación de que tendría un día especial. Me alisté, Salí temprano a trabajar y a vivir un día feliz lleno del cariño y el amor de la gente que amo. ¡Fue un día muy especial!!

¡Aun recibo felicitaciones y regalos!! Jajajajaja dejen sus mensajes aquí. Para los regalos, al interno por favor.

Noralma Peralta Mendoza

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4 comentarios de “¡¡SEÑORA DE LAS… DÉCADAS¡!

  1. Lorena Salas dice:

    Una mujer bella, hermosa en su interior, física y espiritual🙏❤️👏
    Felicidades a la mujer amiga, hermosa mi Pastora “Amada”

  2. Arnulfo Enrique Acendra Castilla dice:

    Dios bendiga tanta sensibilidad, una vez tu la oportunidad de viajar de mi pueblo invitado a Manaure la Guajira, el recorrido fue de Rioacha por la ruta de rancherias y paisajes hermosos, y recuerdo que me dije en silencio: Ya sé porque hay tanto sentimiento en las personas de estas regiones, ahora comprendo al leerte que no me equivoque en esos instantes, de un corazón y mente que se enamoraba a fuerza de expresar los sentimientos con puro vallenato.
    Hermosa crónica Noralmita, un fuerte abrazo.

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