JUICIO

“Coge juicio”, nos decían cuando éramos niños y adolescentes al no obedecer las mínimas normas de convivencia y urbanidad. De la columna de Piedad Bonnett, ‘Petro: el estilo es el hombre’, dice Piedad, no puede pasar desapercibida para nadie en Colombia, debe leerla el presidente de la República, quien usa muy mal el idioma, sobre todo el elegido al ufanarse de nuestros símbolos, “qué mejor que la lengua tan hermosa que tenemos. Me resisto a creer que quisiera cantinflescamente pasar por alguien del pueblo, coja juicio”.

Primero que todo, al primero que irrespeta es al mismo pueblo, que no tuvo las oportunidades que hemos tenido algunos de aprender a leer y escribir. “A los veinte años, reina la voluntad; a los treinta, el ingenio, y a los cuarenta, el juicio”, decía Benjamín Franklin. Parece que a los 65 se pierde el juicio en su connotación psicológica.

El pueblo eligió para ser gobernado y administrar los dineros públicos para el bien común, pero llevamos tres años de farándula y escándalos, en los que desde el presidente es investigado, su familia y sus alfiles más cercanos sub judice. Nos recuerda Marcela Méndez que el presidente elegido y sus ministros llegan, pero no pueden desmantelar a los funcionarios de carreras, que son personas anónimas comunes y corrientes, como nosotros, ellos sí conocen el oficio de la administración pública como pocos. Segundo, las últimas revelaciones de la superministra Laura Sarabia vuelve y le toma el pulso al presidente, mantiene a los colombianos en ascuas, mientras las decisiones de Estado brillan por su ausencia. Ejemplo, el suroccidente y suroriente del país lo hemos ido perdiendo; las obras en que la nación debe aportar su cuota parte, sobre todo en el Caribe colombiano, que sufragó por Gustavo Petro, no ve llegar si no odio e inquina, y el dinero: nada. El juicio de la historia se encargará de mostrar los nefastos 2022 al 2026 que vivió nuestra amada Colombia.

Petro vive en un monologo a lo Saramago: “Buenos días, señor doctor, con naturalidad, ese caso siempre así, uno se atormenta, se tortura, teme lo peor, cree que el mundo le va a pedir cuentas y prueba real, y el mundo ha seguido su camino, pensando ya en otras cosas” (El año de la muerte de Ricardo Reis).

En el juicio de los tiempos, terminada esta pesadilla, los de a pie debemos prevenir perder la cordura entre tantos trinos. Comencemos de una buena vez por todas a escuchar las propuestas serias de quienes aspiran a recomponer el país en un mundo cada vez más convulsionado y no tener que esperar el juicio final. Francisco, 8 minutos. De los miles de mensajes del papa Francisco, recomendó 8 minutos de homilía: Los feligreses que vamos a la iglesia a orar, escuchar la palabra de Dios y recibir la reflexión del sacerdote, no estamos para un suplicio, mucho menos tratados como si solo ir a la iglesia fuera nuestra fe; nuestra fe es la oración constante y la lectura sagrada. Esta recomendación es muy buena para los gobernantes; hablar más de 8 minutos es no saber lo que dice, no se necesita tanto hablar, se necesita actuar. Paz en la tumba de un buen papa. El mundo católico está de pésame.

Orlando Bustillo Pareja

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