ENTRE SOL, MAR Y MANOS FIRMES, NACE FAMILIAS GUAJIRAS

Durante mucho tiempo, en este corto, pero intenso recorrido por la vida social, política y académica, han sido muchos los temas que han llamado mi atención, especialmente en lo relacionado con los enfoques de inversión sociopolítica en el departamento de La Guajira. Este departamento, que alguna vez fue tierra ganadera, agrícola, rica en gastronomía y donde el comercio fue un pilar económico desde los albores de nuestra historia, ha experimentado profundas transformaciones.

Desde aquellos días en que el almirante Padilla arrasó con Puerto López, como lo menciona jocosamente una canción, hasta las épocas marcadas por el contrabando y el comercio informal, La Guajira ha sido, aunque muchas veces sin reconocimiento, un territorio con gran potencial emprendedor. Ese espíritu nace de su gente, de la fuerza que irradian sus soles ardientes, de la bravura del mar, y de una resiliencia que se ha forjado en medio de una historia compleja y llena de desafíos.

A pesar de contar con grandes riquezas en la pesca, la ganadería, la cultura y la gastronomía, observamos que entre los años 70 y 80 cuando La Guajira descubrió una nueva «riqueza» que deslumbró al pueblo, “la bonanza carbonífera”, recurso que, por su naturaleza, es efímero, y que hoy está cerca de agotarse, que, Aunque dejó importantes obras de infraestructura y progreso, con su llegada se nos olvidó algo esencial: invertir en la gente.

Durante años, los gobiernos se enfocaron en el concreto, en grandes edificaciones, vías, hospitales y escuelas. Pero pocos voltearon la mirada hacia nuestras verdaderas riquezas: el campo, el mar, la gastronomía y la cultura, que son recursos inagotables y parte fundamental de nuestra identidad.

Desde el breve y recordado gobierno de Kiko Gómez, no se escuchaba hablar de volver al campo, de recuperar nuestro papel como productores agrícolas y ganaderos, de exportar lo que nuestra tierra ofrece con generosidad. Esa visión devolvió a los guajiros una esperanza perdida entre la euforia de la bonanza minera: la de volver a lo esencial, a nuestras raíces productivas.

Por eso, cada vez que tengo la oportunidad de alzar la voz en espacios políticos o ante quienes nos gobiernan, insisto en la necesidad de mirar más allá del cemento. Como dice mi papá, en una frase popular pero llena de sabiduría: “el cemento no lo podemos comer”. Siempre he creído que era urgente invertir en proyectos que fortalecieran nuestras raíces, que se convirtieran en motores de una economía basada en lo propio, en lo nuestro.

Hoy, cuando muchos guajiros nos preguntamos qué pasará cuando Cerrejón cierre sus operaciones, cómo vivirá nuestra economía, encontramos esperanza en una propuesta distinta. Un gobierno departamental que ha decidido mirar hacia la productividad popular, hacia esas familias que día a día sostienen sus hogares con pequeños emprendimientos, que muchas veces apenas alcanzan para sobrevivir.

En este contexto, nace «Familias Guajiras», un programa de la Gobernación de La Guajira en alianza con la Fundación con un Fin Social, liderado por la gestora social Sara Daza Maestre. Este programa busca fortalecer los emprendimientos familiares, no desde el enfoque tradicional del crédito y la burocracia, sino desde una perspectiva humana, cercana y pedagógica.

«Familias Guajiras» inició como plan piloto en Riohacha, algunos corregimientos y el municipio de Maicao, beneficiando a unas 400 familias. Lo valioso de esta iniciativa no solo es el apoyo económico con insumos, sino el enfoque integral: educación financiera, capacitación en marketing digital, formación en procesos de producción y, algo esencial, acompañamiento psicosocial. Porque el desarrollo no puede darse sin fortalecer primero a quien lo impulsa: el ser humano.

Esta visión nos permite soñar de nuevo. Nos invita a creer que sí es posible construir región desde nuestras tradiciones, Y es que el verdadero oro guajiro no está en el subsuelo, sino en lo que producen nuestras manos, en los frutos del mar, en las recetas heredadas, en las tradiciones que alimentan a nuestros pueblos. Por ello, La Guajira no solo puede, sino debe mostrarse al país como un territorio de cultura, sabor, creatividad y trabajo.

Y qué mejor escenario para mostrar esos avances que el Festival Francisco el Hombre, una fiesta llena de tradición e identidad. Este año, el festival fue más que música: fue una plataforma para dinamizar la economía local. En el marco del evento se realizó el Festival del Pescado y el Marisco, donde los beneficiarios del programa salieron a ofrecer lo mejor de nuestra gastronomía.

Más de 5.000 platos vendidos y más de 10.000 visitantes, según cifras oficiales. Un éxito rotundo que demostró que podemos venderle al mundo lo nuestro y que somos capaces de generar ingresos a partir de nuestras tradiciones. Tuve la oportunidad de conversar con algunos de los emprendedores y escuchar cómo esta iniciativa ha sido transformadora para ellos.

Culminado el festival, vimos a través de las redes sociales del gobernador la entrega oficial de implementos a los beneficiarios. Fue un momento emotivo que confirma que este programa va más allá de lo simbólico: es una acción concreta con impacto real.

Es justo reconocer y felicitar al Gobernador de La Guajira y a la Gestora social por entender que cumplir la Palabra no es solo hablar de vías, de transporte o del PAE. Cumplir la Palabra es construir futuro para nuestra gente. Es mirar al ser humano como el centro del desarrollo, entender que somos mucho más que carbón, gas y petróleo. Somos música, arte, gastronomía, cultura, turismo. Aquí está la clave de nuestro desarrollo.

Estos son solo los primeros pasos, pero vamos bien. Ahora debemos pensar en la creación de empresas exportadoras, en transformar nuestros productos del mar, en tecnificar y escalar lo que hoy es artesanal, y en ver al mar no solo como paisaje o atracción turística, sino como nuestro gran productor de alimentos y riqueza.

Buen viento y buena mar al programa Familias Guajiras. Que en el futuro podamos ver empresas consolidadas que nacieron de esta iniciativa. Que estas familias que hoy reciben apoyo, mañana sean los grandes dinamizadores de nuestra economía. Que el sur del departamento también reciba pronto esta oportunidad, y que muchos más hogares puedan seguir educando y construyendo, a partir de sus emprendimientos, a los jóvenes del mañana.

Julia Hurtado Arellano

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *