Hernando Marín Lacouture, fue un exitoso compositor sanjuanero procedente de la ruralidad colombiana, nacido en el centro poblado del Tablazo, a menos de diez kilómetros del centro urbano del municipio de San Juan del Cesar el 1° de septiembre de 1.944. Fue tractorista y en esa actividad de arar, rastrillar y sembrar la tierra para ponerla a parir y a dar frutos, se hizo compositor interpretando el sentir campesino en armonía con la naturaleza y el canto de las aves en el bosque y el espeso monte.
Fue polifacético, componía canciones hermosas, tocaba la guitarra, cantaba y verseaba. Se distinguió por ser un compositor rebelde, irreverente y displicente a veces, identificado con las canciones protestas que reclamaban la equidad y la igualdad social en Colombia. En el año 1.970 hizo su incursión como cantante llevando al acetato el disco denominado “La Llave”, junto al rebelde también y tres veces rey de la leyenda vallenata, Alfredo Gutiérrez.
En el año 1.974 se presentó por primera vez a concursar con una de sus canciones en el Festival Folclórico del Fique, la cual denominó, “Vallenato y Guajiro”, cuyo tema central encarnaba ese relacionamiento cultural del folclor entre dos departamentos hermanos, La Guajira y el Cesar, a los cuales el representaba con su música, alzándose como ganador del certamen. Su mentor en esa oportunidad fue Joseito Parodi, el fundador del Festival Nacional de Compositores en San Juan a quien le atribuyen haber descubierto su talentosa vena musical.
En el año 1.990 hizo pareja musical con el acordeonero Jonny Gámez, con quien amenizó fiestas y parrandas deleitando a sus seguidores con su extenso catálogo musical que sobrepasaba más de 200 canciones. En el año 1.992 fue también rey vallenato en la modalidad de canción inédita con la canción “Valledupar del Alma”. Su muerte se produjo por un trágico accidente de tránsito cuando regresaba de una de sus tantas correrías musicales el 5 de septiembre de 1.999 por las vías del poblado del Bongo, Los Palmitos, departamento de Sucre, cuando se encontraba en la plenitud de su vida musical cosechando éxitos y produciendo sus maravillosas y extraordinarias paginas vallenatas, las cuales hoy son de grata recordación en los amantes de este género musical.
Sus honras fúnebres se realizaron en Valledupar, en el cementerio central, cumpliendo su voluntad en vida. Fue ganador igualmente del Festival Nacional de compositores en San Juan del Cesar con la canción titulada “Juramento”, posteriormente grabada por el binomio de Oro. Compuso además de sus canciones protestas, canciones románticas y costumbristas que sobrepasaron las fronteras nacionales. Hizo parte del trio de oro de los compositores más famosos y cotizados de su época junto con Máximo Móvil y Sergio Moya Molina cuyas piquerías y parrandas donde Joseito Parodi son muy recordadas.
Entre sus canciones más sonadas y ranqueadas en las mentes y las memorias populares están en la modalidad de protesta, La Ley del embudo, grabada por Beto Zabaleta y Los Maestros, en la voz y el acordeón de los Hermanos Zuleta. Diomedes Díaz, le hizo celebres, El Gavilán Mayor, El Invencible y canta conmigo. Silvio Brito inmortalizo muchos éxitos de su producción musical entre los cuales recordamos; El Mocoso, el Ángel del Camino, Villanueva mía y Pecadora. Jorge Oñate le grabó El campesino Parrandero, Terrible Pena/Cantinero y Sanjuanerita. El Binomio de Oro, le hizo famosa La Creciente y Juramento. Los Hermanos Zuleta, además de los Maestros hicieron sonar, El Arbolito, El Girasol y Mis Muchachitas, entre otras. En la voz nobel y muy juvenil de Javier Gámez, recordamos La Guaireñita y Placeres Tengo.
En la propia voz de Hernando Marín también recordamos, La Bola de Candela y El Sucu-sucu. Este cancionero musical vallenato sería interminable y su legado sigue vivo por siempre y para siempre y hasta la posteridad sonarán sus letras y melodías inmortales porque sus mensajes son universales y muy humanos. Igual que su generación la fuente inagotable de su inspiración proceden del realismo mágico de la más alta pureza del campo. Pero lo más importante es la huella que dejo tatuada en el alma y en la melodía que corre por las venas musicales de sus hijos Deimer, Nandito, Juan Pablo y Sheli Marín, quienes honran la memoria de su padre y como héroes y gladiadores luchan por conservar su obra.
Ya dos de ellos, son reyes de la canción inédita en el festival de la leyenda vallenata, Deimer y Juan Pablo, quienes izaron con su talento las banderas de su padre recogiendo su legado interminable.
Rafael Humberto Frías