CAMBIAR EL CHIP

Los que trabajamos en el mundo del apalancamiento financiero para el sector agropecuario, nos toca lidiar diariamente con los lenguajes de las tecnologías, economía y finanzas.

Gracias a la inteligencia Artificial (IA), el Aprendizaje Automático (Machine Learning), el Blockchain y demás universo tecnológico y digital del internet, la banca, las empresas y los productores del campo, están cambiando sus modelos tradicionales de financiación, producción, transformación y comercialización de alimentos, para poder sobrevivir en este mundo globalizado de la economía. Los esquemas tradicionales funcionaban bastante bien cuando el negocio era simple. Es decir, un área limitada, pocos productos, clientes estables y un modelo de comercio conocido y prácticamente invariable. Pero las cosas han cambiado, en nuestro tradicional mercado local hoy vemos otros competidores de paises lejanos que hasta hace pocos años ni siquiera habíamos pensado que pudieran desplazar nuestros productos.

Claramente, este proceso de la internacionalización de la economía, ha tenido un crecimiento exponencial, está afectando todos los negocios, independientemente del sector que pertenezcan. Como consecuencia de este fenómeno, los bancos, productores del campo y empresas de la cadena alimentaria, están ajustando sus estrategias para llegar en menor tiempo y con menor costo donde exista demanda potencial de sus servicios y productos. Por nombrar algunos ejemplos: los bancos ya empezaron a cambiar sus líneas de créditos estandarizadas por fintech o plataformas tecnológicas que reducen los tiempos de respuestas y los costos financieros de sus servicios financieros (acceso a créditos, envío de divisas, remesas, inversiones en CDT, etc.) a más personas a través de una experiencia digital de consumo sencilla, ágil y didáctica. También encontramos otras tecnologías de acceso al dinero como los préstamos de persona a persona, crowdfunding y transacciones en criptomonedas.

Respecto a la producción de alimentos y materias primas, he visto en varias zonas agrícolas del país, a productores del campo implementando nuevas tecnologías. El riego “San Pedro” que solo funciona en los meses de abril, mayo, septiembre y octubre, es cosa del pasado. Los productores se dieron cuenta de que la agricultura rentable se escribe con agua y hoy es común ver en cualquier parcela un pozo profundo o un reservorio, con una motobomba impulsando el agua con energía solar a través de modernos sistemas de riego por goteo. También los he visto cambiar el almanaque Brístol, por modernos sistemas tecnológicos para saber la humedad relativa, luminusidad, temperatura promedio y a informarse de los componentes químicos del suelo para realizar sus enmiendas. Gracias a la teconología, en sus fincas todo el año es primavera, se obtienen mayores rendimientos por unidad de tierra y de animal y la rotación de cultivos son el mejor seguro de sus rentas durante los 365 días del año.

Esta es la agricultura moderna que el sector público debe favorecer con créditos ágiles y baratos, incentivos para bajar los costos de producción, transformación y transporte de los productos, subsidios para fomentar las coberturas de riesgo e instrumentos de ayuda en la comercialización de las cosechas. Hay que cambiar el chip.

Reflexión final: En el Vichada hay tres millones de hectáreas baratas y listas para producir 8.1 millones de toneladas de maíz y soja, que estamos importando.

Indalecio Dangond

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