Las poco alentadoras proyecciones de crecimiento económico para este último trimestre y el próximo año, demandan una gran discusión nacional en el centro de la agenda económica gubernamental, que genere consensos alrededor de nuevas medidas que nos permitan afrontar el impacto de la inflación y extinguir las posibilidades de una recesión. Así como menguar las preocupaciones y tensiones en materia política, económica y tributaria que han prosperado de manera contraproducente en el país.
Con un costo de vida imparable, que según el DANE, el pasado mes de septiembre aumentó 0,93%; una ambiciosa reforma tributaria que plantea cambiar las reglas del juego de muchos sectores económicos; unas tasas de interés en el 10%, de las más altas en los últimos 14 años; un precio del dólar histórico que ha alcanzado los $4.627 pesos; entre otros factores, tenemos a los hogares asfixiados, una industria doméstica resentida, al igual que una actividad de comercio exterior disminuida en sus expectativas. Un panorama con más dudas que certezas.
La ligereza con la que el Presidente Petro y altos funcionarios del gobierno nacional, están abordando temas trascendentales para la economía como: la imposición de un gravamen transitorio a remesas de capitales golondrinas, la política monetaria del Banco de la República o la suspensión de los contratos de exploración de hidrocarburos, han incrementado el daño, haciendo que la cotización del dólar se dispare. Sin bien son varios los factores coyunturales que han influido en la devaluación del peso, los comentarios lanzados por los líderes del ejecutivo contribuyen a una mayor desconfianza en el mercado.
De acuerdo con la Bolsa de Valores de Colombia, después de que el presidente Gustavo Petro realizará los tweets sobre la fuga de capitales o capitales golondrinas, el dólar terminó el día con un último precio de $4.613, subiendo de esta forma 31,6 respecto al valor de cierre del pasado miércoles, cuando quedó en $4.581, luego de repuntar 85,4 respecto a los reportes de la sesión anterior. Antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, la divisa estadounidense se encontraba en $3.905, y desde que Petro ganó las elecciones en junio, el peso se ha debilitado un 11%.
Mientras aumentan los temores de una recesión global, tenemos un gobierno enviando mensajes contradictorios que suman mayores problemas al ya complejo contexto nacional. No estamos para que se genere más incertidumbre, se está impactando de manera dramática la economía nacional, que se prevé sufrirá una fuerte desaceleración el año entrante, por lo que necesitamos atraer inversiones y generar garantías.
El momento actual requiere más que nunca sensatez y unidad del sector público y privado. También, profundizar en la lucha contra la pobreza, innovar en el campo empresarial, acelerar los emprendimientos, persistir en el desarrollo de las renovables, brindar garantías en el sector minero-energético, promover y hacer realidad el progreso de nuestras regiones, así como sellar la paz y reconciliación entre los colombianos. Solo de esta manera podremos despejar las preocupaciones e inquietudes que hoy rodean el presente y el futuro socioeconómico del país.
José David Name