EN MEDIO DE LEONES

Todas las personas esperamos que los demás hagan las cosas bien, si las hacen mal, criticamos, juzgamos, de alguna manera u otra mostramos inconformidad y somos realmente rápidos para emitir conceptos, juicios y reproches; sin embargo, en el libro de Daniel, Capítulo 6, se cuenta una historia conocida por muchos, que lleva por título “Daniel en el foso de los leones”, allí se lee cómo el personaje principal hizo enemigos justo por hacer las cosas bien, absurdo ¿cierto?

El asunto en esta situación, es que hay personas que esperan que hagamos las cosas mal para tener de qué acusarnos, resultándoles ser bastante molesto que las hagamos bien y buscarán la forma de hacernos caer.

Daniel era un hombre que trabajaba con diligencia y responsabilidad, así que algunos quisieron impedir que avanzara. Esto también puede pasarnos a nosotros, muchos, al vernos desempeñarnos bien en cualquiera de los roles que tenemos en la vida, querrán impedir que avancemos y tendrán el firme propósito de desanimarnos para que no lleguemos a cumplir nuestras metas.

¿Cómo lidiar con aquellos que quieren tu caída, la aceleran y se alegran si llegan a cumplir su objetivo? Vive de manera intachable, no te digo que seas perfecto y que jamás te equivoques, digo que seas íntegro, que aceptes tu humanidad, confieses tus pecados delante de Dios y seas humilde, así no habrá nada que esconder y a las personas se les hará difícil hallar acusaciones en tu contra. Desafortunadamente hay personas que no soportan que no nades en el mismo lodo en el que ellos se encuentran.

Los compañeros de Daniel, funcionarios del reino de Darío, fueron motivados por envidia, no pudieron encontrar de qué acusarlo, así que se enfocaron en su religión. Si alguien te critica por tus creencias o por tus valores, sigue creyendo, no negocies esos valores, confía en el Señor, pues Él tiene cuidado de ti, control de la situación y quiere que dejes en sus manos tus batallas.

En el Imperio Medo-persa, cuando se emitía una ley, ni el rey podía anularla. El rey Darío era eficiente, pero tenía ese defecto que caracteriza a muchos seres humanos: el ego, el cual lo llevó a firmar una ley para que dentro de 30 días no lo adoraran sino a él, los funcionarios conociendo el ego de Darío se aprovecharon para actuar en contra de Daniel, quien, a pesar de conocer la ley, siguió orando a Dios tres veces al día. Si bien es cierto que debemos someternos a nuestras autoridades, no es menos cierto que ello debe ser así, siempre y cuando no afecte nuestra relación con Dios.

Daniel estaba seguro que Dios podía sacarlo del apuro, así mismo debemos hacerlo nosotros, no ceder ante la presión de las personas. El que roba, quiere que robes; el que miente, te invita a mentir, no solo para justificar su propia conducta, sino para tener de qué acusarte. Sé fiel al Señor, que Él cerrará la boca de los leones (Daniel 6:22), no permitirá que caigas en malas circunstancias donde pretenden arrojarte.

En efecto, Daniel fue echado al foso con el fin de ser devorado por leones, pero esto no sucedió, pues quien confía en Dios es intocable, a menos que Él tenga un propósito.

La furia del rey culminó con la ejecución de los demás funcionarios, quienes fueron lanzados al foso junto a sus esposas e hijos y devorados por los leones aun antes de tocar el suelo (Daniel 6:24), porque las maldades suelen caer sobre las mismas personas que las maquinan.

Si te encuentras con personas que quieren ver tu caída, no pelees contra ellas, ni caigas en conductas que puedan desagradar a Dios, permite que Él se encargue de cerrar sus bocas y frustrar sus planes; si por el contrario tú eres esa persona que no tolera la integridad de los demás, esto también es un llamado para ti al arrepentimiento, en lugar de envidiar, cuestionar o sentir celos de la bondad, eficiencia, diligencia o entereza de los demás, busca imitarla si no quieres ser tú quien caiga en su propia fosa.

Margarita y Andrea eran hermanas de Rafael, quien tenía por esposa a Ángela, una mujer íntegra, amorosa, trabajadora, siempre estaba atenta a lo que se le ofreciera a la familia de su esposo, sus suegros la adoraban; pero no pasaba lo mismo con sus cuñadas, quienes no toleraban ni podían creer tanta bondad. Rafael constantemente se ausentaba por cuestiones laborales, así que Margarita y Andrea invitaban a Ángela a fiestas clandestinas a ver si le era infiel a su hermano, tal como lo hacían ellas con sus esposos, pero esto nunca pasaba, Ángela, al conocer el comportamiento de sus cuñadas, calló por prudencia, limitándose a tener un trato cordial con ellas; muchas fueron las calumnias que soportó, pero ninguna de ellas tuvo mayores consecuencias.

Un día, no pudiendo atacar a Ángela por su moral, decidieron robarle unas valiosas joyas, sólo por hacer la maldad, pues aquellas no pasaban ningún tipo de necesidad económica. La madre de Margarita y Andrea descubrió que sus hijas fueron las autoras del robo por una discusión que, accidentalmente, escuchó entre ellas, la señora las reprendió fuertemente, dándole Ángela, delante de ellas, joyas que hacían parte de lo que sería su herencia. (Todas las historias contadas en estas publicaciones corresponden a testimonios reales, los nombres han sido cambiados por protección a la intimidad de los protagonistas)

 

Oración: Señor, quizás no tengo una vida intachable como la de Daniel, pero anhelo tenerla, quiero que apruebes todos mis caminos y que mi conducta sea bien vista ante tus ojos, ayúdame a ser diligente y responsable en todos mis asuntos y no me permitas caer delante de aquellos que buscan serme de tropiezo, cierra sus bocas y frustra sus planes. Amén

Señor hoy confieso que he sido yo quien ha sentido celos, envidia y rabia en contra de (menciona sus nombres), no tolero que les salgan las cosas bien, mientras a mí no me salen como lo espero. Enséñame a ser diligente en todo lo que hago, enséñame a mirar con agrado a los demás e imitar aquellas conductas dignas de admirar, comprendo que tienes un propósito con todos, que también me amas y quieres bendecirme, cierra mi boca cuando vaya a decir palabras que destruyan, cambia mis malas intenciones y no permitas que yo sea piedra de tropiezo para nadie, antes, que yo pueda valorar y aplaudir cada esfuerzo y logro de los demás. Amén.

 

Jennifer Paola Caicedo Cantillo

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