«Se oye un grito en el desierto, se oye una voz apagada, se siente un destino incierto, en el indio que trabaja, en su piel esta el desnudo que marcara su existencia, desapercibido y duro de su triste consecuencia, en el Norte de Colombia, ampliamente en La Guajira es notable la zozobra y la angustia que domina”
Fue en el año 1977 cuando Juan Piña con el acordeón de Juancho Rois grabaron la producción musical titulada “EL FUETE” en la cual tuvieron el acierte de incluir la canción titulada “Grito en La Guajira” de la autoría de Beto Murgas a la cual corresponde el aparte transcrito preliminarmente, hemos recordado esa canción a propósito de la grata noticia que se ha recibido, que La plenaria del Parlamento Andino a través de una sesión ordinaria declaró a la “Casa Beto Murgas, Museo del Acordeón”, como referente cultural de la Región Andina por ser el único Museo del Acordeón que existe en Colombia.
Consideramos que además de ser una exaltación que enaltece a la música vallenata es un justo reconocimiento a quien, con esfuerzo, dedicación, amor por el arte y sentido de pertenencia por la música de la tierra donde nació, ha logrado posicionar el acordeón como instrumento para mostrar, dándole la importancia que no le dan en la actualidad muchos de los que mucha prosperidad ha alcanzado gracias al arrugado instrumento y a quienes lo ejecutan.
En esta columna el 21 de enero de 2019 hicimos un llamado a la reflexión precisamente sobre el tema y la titule así: “BETO MURGAS PROFETA EN TIERRA AJENA” recordando que fue la idea inicial del ilustre hijo de Villanueva organizar ese museo en La Guajira pero no encontró apoyo, aquella vez escribimos lo siguiente:
“Todavía pasaba mis días contento y arropado con la falda de mi vieja cuyo olor conservo para siempre en mi alma cuando ya escuchaba decir que “Nadie es profeta en su tierra”, ya mas grandecito y después de repetir eso muchas veces sin entender su significado pude darme cuenta que tiene su origen en las santas escrituras, se refiere a aquella vez cuando Jesús estando en la Sinagoga en Nazaret su tierra natal les estaba explicando los alcances de la ley y les anunciaba que había sido ungido por el Todo poderoso para llevar consuelo a quienes no lo tenían y devolver la libertad y la vida a quienes la habían perdido, muchos Nazarenos que allí estaban, algunos de ellos sus amigos y vecinos de infancia la mayoría no creían que siendo su coterráneo fuera dueño de tanto poder y virtudes, uno de los presentes pregunto al otro asombrado ¿Ese no es el hijo del carpintero? Fue cuando Jesús el hijo de María y José que estaba escuchando sentenció “Está visto que ningún profeta es bien visto en su propia tierra”. Sostuvimos que lo mismo le estaba sucediendo a Beto, asi quedo escrito: “ …es otro profeta en tierra ajena, su Casa Museo es hoy un referente no solo en Valledupar sino en el país y para el mundo para conocer la historia del Acordeón y conocer los Acordeones que han existido desde la época de Francisco El Hombre, igualmente en ese lugar donde parece que se detuvo el tiempo y donde dan ganas de quedarse es posible observar instrumentos, sombreros e historias de los juglares que abrieron la trocha para que la pavimentaran después quienes siguieron sus pasos en la interpretación de la música más bonita de Colombia.
Ese lugar que ya es emblemático en el Valle del Cacique Upar pudo haberse quedado en La Guajira, en la cuna de acordeones donde Beto vio la luz por primera vez pero no encontró apoyo para su idea, contrario a lo que sucedió en Valledupar a donde no solo encontró eco sino centenares de filántropos, algunos muy pobres y otros no tanto que han colocado en sus manos laboriosas y responsables verdaderas piezas de colección y de mostrar para permitir a la humanidad un repaso visual y melódico sobre los orígenes y evolución del Acordeón diatónico, el Cromático y sus parientes por parte húmeda el Acordeón Piano y la Concertina.
Un viaje a Valledupar sin visitar ese lugar es como pasar por Mongui y no degustar sus dulces de leche imperdonable, allí están entre otros el Acordeón de Luis Enrique Martínez, uno de Alejo Duran, el primero que ejecutó este cuerpecito que habrán de comerse los gusanos de mi pueblo, el sombrero de Colacho, inéditas fotografías de los juglares y de los Reyes Vallenatos, muchos discos de Larga Duración, la grabadora SYLVER de casetera y alto tablero entre otros, así mismo tiene la obra de Gabo un rincón especial de invaluable valor cultural, allí están traducidas en múltiples idiomas de países inimaginables las obras literarias del Nobel Cataquero, de quien Freddy González Zubiria afirma que es Riohachero y hecho en Riohacha y le creo porque su investigación fue cuidadosa, documentada y creíble. Le debe La Guajira un gran homenaje en vida por dejar en alto el nombre de su tierra y por su aporte para la salvaguardia de la música vallenata tradicional, seguramente si no hubiera nacido en Villanueva sino en otro departamento ya le hubieran colgado el medallón en el pescuezo”.
Hoy tenemos que reconocer que este hombre sigue siendo Profeta en Tierra ajena, pero también logro serlo en la suya, porque si hacemos un análisis retrospectivo de la canción a la cual nos referimos inicialmente, fu el primero de los compositores que llamo la atención sobre el incierto futuro de los Indígenas Wayuu, no era entonces tan evidente su situación de explotación y de miseria y poco conocimiento se tenia de mortandad de niños por física hambre y por impiedad.
Ratificamos nuestra admiración para ese quijote a quien la indiferencia de su gente no pudo detener en su propósito de hacer realidad su sueño de exaltar al más bullicioso de la trilogía sobre la cual descansa una historia llena de bienaventuranzas para La Guajira, El Cesar y toda Colombia llevando alegría a las almas entristecidas y consuelo a quienes no lo tienen, con letras arpegios y melodías, la verdad que lo que ha sucedido es digno de una celebración entusiasta, mi satisfacción es doble porque allí también puse mi granito de arena para la gran obra con la cual se inmortalizo Beto Murgas, quien visite el lugar se podrá dar cuenta de lo que estoy diciendo..
Luis Eduardo Acosta Medina