EL UNGIDO DE DIOS

1 de Juan Capitulo 2

 “En cuanto a ustedes, la unción que de él recibieron permanece en ustedes y no necesitan que nadie les enseñe. Esa unción es verdadera —no es falsa— y les enseña todas las cosas. Permanezcan en él tal y como él les enseñó.” 1 Juan 2:27

La unción en el Antiguo Testamento era un acto material que consistía en untar, frotar o derramar aceite sagrado sobre la cabeza de alguien (o sobre un objeto) como señal externa de que Dios había elegido y apartado a la persona (u objeto) para un propósito santo específico.

No obstante, en el Nuevo Testamento, al iniciar su ministerio Jesús dijo: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos» (Lucas 4:18) Jesucristo cumplió la profecía descrita en el libro de Isaías (61:1) como el Ungido y Mesías escogido (Lucas 4:21).

Entonces, de acuerdo a las palabras de Jesús en el nuevo testamento, la fuente de la unción: es Dios a través de su Espíritu Santo. Una unción que poseemos desde el mismo momento que reconocemos a Cristo como nuestro señor, esta unción no se nos es impartida a través de una ceremonia o ritual, sino por medio del don del Espíritu Santo que hemos recibido. Por ello no hay necesidad de buscarla, hemos sido ungidos para cumplir el propósito de Dios en la tierra y esta unción es poderosa y es suficiente para instruirnos en todo lo que necesitamos saber.

En este sentido, una de las cosas más importantes que debemos considerar para no ser engañados, es que la Biblia habla de una sola unción, la de su Espíritu, así como habla de un solo bautismo y no es dada solo a algunos, sino a todos los que han depositado su fe en Cristo Jesús.

Juan nos aconseja que confiemos en la unción de Dios para no ser engañados por qué El propósito de la unción de Dios es preservarnos de las falsas enseñanzas, y los falsos maestros los cuales niegan toda la verdad sobre Jesús (1 Juan 2:22) algo que resulta imprescindible en estos tiempos, teniendo en cuenta la cantidad de corrientes religiosas existentes. Necesitamos tener claridad y esa solamente la recibimos de Dios.

Adicionalmente, debemos tener claro lo que no es unción. La unción no es una habilidad natural, no es un show externo, no es tener una oratoria grandilocuente, tampoco es una emoción, ni gritar mucho o hablar suave.

Una persona ungida está llena del Espíritu Santo y tiene el poder de Dios para obedecer y hacer su voluntad (Hechos 2:38; Gálatas 3:2; Efesios 1:13-14; Romanos 8:9).  La unción hace referencia a la presencia del Espíritu Santo en nosotros y donde sea que el Espíritu Santo habite, la unción permanece. Esto quiere decir que, los que creemos genuinamente en Dios somos ungidos por El y este es el poder del que dependemos para cumplir su propósito para nuestras vidas.

Es el Espíritu Santo nuestro maestro y solo Él nos enseña a través de la palabra e ilumina nuestra mente. Esto no significa que no podamos aprender de otras personas; sin embargo, es el espíritu de Dios quien nos asiste para filtrar todo el conocimiento que recibimos para no caer en el error.

Sin el Espíritu Santo no hay unción y si lo contristamos esa unción se detiene, no desaparece. Por ello, la Biblia nos advierte en Efesios 4:30 No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención. Lo entristecemos cuando nos enojamos, maldecimos, mentimos, no perdonamos, cometemos inmoralidad sexual, es decir, cuando hacemos lo que no le agrada a Dios.

En este caso la unción deja de fluir, por esto es importante comprender que El espíritu santo es nuestro mejor amigo, es una persona, aunque no le veamos, y si lo afligimos no podemos recibir la claridad mental y espiritual necesaria para caminar en esta vida.

La unción del Espíritu de Dios es poderosa, nos capacita para comprender la verdad de Dios, nos guía en la toma de cualquier decisión, nos sostiene en medio de la adversidad y nos ayuda a crecer espiritualmente, podemos mantenernos firmes en la fe e identificar y resistir las falsas enseñanzas. En cuanto a esto, a través de la palabra podemos observar los atributos de la unción.

  1. La unción nos mantiene a salvo. Salmos 105:15 No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” … En la Biblia podemos encontrar varios casos en los que los reyes y profetas eran ungidos y apartados para la labor que Dios tenía para ellos, entonces el Espíritu Santo venía sobre ellos, derramaba de su unción y los resguardaba, pues Dios peleaba por ellos. De la misma manera sucede con nosotros cuando recibimos al Espíritu Santo, porque es el mismo Dios peleando a nuestro favor.
  2. Nos da propósito. Lucas 4:18 «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos« La misma unción derramada sobre Jesús, la tenemos nosotros y ella nos conduce a realizar cualquier tarea que Dios nos demande hacer, no es por nosotros, no es en nuestra fuerza, es el poder del mismo Espíritu de Dios quien nos lleva a conquistar y vencer en medio de toda situación. Por qué no se trata de nosotros, siempre se trata de Dios.
  3. Nos da autoridad. Lucas 10:19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Cuando el Apóstol Pablo estaba ejerciendo su labor echaba fuera demonios y sanaba enfermos en el nombre de Jesús. Algunos quisieron imitarlo, pero no pudieron, la diferencia era que sobre Pablo estaba el espíritu mismo de Dios. La unción nos da la autoridad para hacerle frente al mal sin sufrir ningún daño.
  4. Nos da revelación: 1 Juan 2:27 Pero ustedes tienen al Espíritu Santo, que Cristo puso en ustedes. Por eso no necesitan que nadie les enseñe, pues el Espíritu de Dios les enseña todo… El espíritu de Dios nos da todo el conocimiento que necesitamos en todas las cosas, para desarrollar la voluntad del padre, por eso es importante que antes de empecinarnos en cumplir nuestra voluntad, nos alineemos con lo que Dios quiere hacer. Necesitamos ver más allá de lo que perciben nuestros ojos, para cumplir con el llamado de Dios, porque nuestra realidad se puede tornar intimidante e imposible de lograr, pero Él nos equipa y capacita para cumplir cualquier tarea que haya dispuesto para nosotros.
  5. Nos da poder para romper los yugos: Isaías 10:27c. “Y el yugo se pudrirá a causa de la unción” Un yugo es un aparato que se pone en el cuello para llevar cargas y es un símbolo de cautividad o esclavitud.

Podemos leer en el relato bíblico en Jueces 6:16 que cuando los amalecitas oprimían a Israel, Dios elige a Gedeón para liberar a su pueblo, destruir el yugo de la opresión y derrotar al ejército enemigo. Así mismo Dios nos liberta de situaciones que nos oprimían, maldiciones que incluso por generaciones nos llevaban a caminar como cautivos de cosas tales como: el divorcio, la deuda, la ruina, la enfermedad, la depresión, entre otros.

  1. Nos da paz. Salmo 23:5 “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Los pastores ungen con aceite la cabeza de la oveja, porque sus oídos y ojos son sensibles y en ellos justamente los insectos se anidan causándoles gran dolor y hasta la muerte. Con la unción la oveja logra tener paz, porque el aceite forma una barrera de protección contra el mal que podría dañarlas, así mismo hace la unción del espíritu santo con nosotros, protege nuestra cabeza (mente), ojos y oídos; dado que las batallas principales las peleamos en nuestra mente.

Ahora bien, es preciso entender que la unción no nos hace superior a nadie, y lo menciono porque existen personas que tienen por costumbre pensar que son los únicos ungidos del Señor, que solo ellos tienen la respuesta, solo ellos pueden orar y ser escuchados por Dios a causa de dicha unción.

Lo cierto es, que la unción nos prepara y nos dota para el servicio a Dios y no es exclusiva de algunos, sino que es dada a todo el que hace de Jesús su Señor. Eso sí, esta asignación nos exigirá estudiar mucho más la palabra de Dios, someter nuestra vida, conducta, planes y carácter a la voluntad de Dios, si no ocurre así, entonces seremos como Sansón que experimentó como el poder del espíritu de Dios dejaba de obrar en él y por ello ya no tenía la fuerza para derrotar a sus enemigos.

Por último, es fundamental saber que la unción de Dios sobre nosotros no es garantía de una vida sin problemas, por el contrario, pueden venir más retos y más responsabilidad. Por ello Pablo le escribió a Timoteo: te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti, porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio. Pero si es la garantía que tendremos lo necesario para afrontar cualquier reto. Para ello solo debemos permitir que la unción y poder del espíritu de Dios corra como rio en nosotros.

Si acaso has sentido que la unción ha menguado en ti, o nunca te has sentido como un ungido de Dios, es tiempo de dejar el dominio de todo en tu vida al Espíritu Santo, es tiempo de dejar de hacer las cosas a tu manera, es tiempo, de dejar de creer que tienes todo en control, es tiempo de dejar de vivir la vida como si solo se tratara de ti y de tus problemas, es tiempo de que la unción que Dios ha derramado sobre ti, fluya; es tiempo de levantarte en autoridad y romper cualquier yugo de opresión y  vivir en el propósito  y en la dimensión de Dios, porque nuestra mente limitada nos lleva solo a ver lo imposible, lo negativo y se agranda nuestra desesperanza, se mengua nuestra fe y dejamos de acercarnos a Dios por que le hacemos responsable de todo lo que nos sucede.

Es tiempo de dejar al Espíritu de vida, de poder, de verdad, de amor y de dominio propio de Dios, obrar; es tiempo de someter a nuestra alma al poderío del espíritu santo y dejar de andar en depresión, tristeza, culpa y la desesperación.

Vicky Pinedo 

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