¿LAS IDEOLOGÍAS PRIMAN SOBRE LA PAZ?

Mirando, hace unos días, las expresiones de Rodrigo Londoño, conocido en el mundo guerrillero como ” Timochenko” y quien fuera el máximo comandante de las Farc, en el programa de Noticias Uno, con Yamid Amat, con ocasión de la celebración de los siete años de la firma de la paz entre las Farc y el gobierno de Juan Manuel Santos, cuando, conmovido por los hijos de los combatientes de las Farc, lloró ante los televidentes, lo que demuestra que la paz por él firmada, en nombre del grupo guerrillero, fue de verdad y no fue una paz impuesta y mucho menos coloquial y sin doble moral; cosa distinta del camino que tomaron otros de ese movimiento y que hoy son conocidos como “Disidencias de las Farc”, más las atrocidades del ELN, en especial del secuestro, que la guerra está lejos de llegar a su fin. ¿Será que las ideologías están por encima del interés general de este país carcomido por la violencia en más 50 años de un conflicto que no llega a su fin?

Si sabemos mirar la violencia, no sólo la exterior en la sociedad como las guerras, los motines, los conflictos nacionales, sino también, la nuestra, tal vez seremos capaces de trascenderla.

La violencia ha sido un problema muy complejo, pues por siglos y siglos hemos sido violentos; las religiones en todas partes y en todas las épocas, han tratado de domarla, pero ninguna de ellas ha tenido éxito. Este problema de la violencia, ¿está aquí o allí? ¿Quiere usted solucionar el problema en el mundo exterior, o está indagando la violencia misma, tal como se personifica en usted?

Necesitamos comprender la violencia, no como una idea, sino como un hecho que existe en el ser humano.

Hemos experimentado la violencia en la cólera, la violencia en nuestros apetitos sexuales, violencia en el odio, creando así enemistades, violencia en los celos, etc. ¿Quién no la ha experimentado? ¿Quién no la ha conocido? y es nuestra obligación, comprender este problema en su totalidad, no meramente un fragmento: el que se manifiesta en la guerra, en las masacres, en el secuestro, en el hostigamiento hacia los demás, sino, esta agresión en los seres humanos, de los cuales formamos parte. La violencia no consiste simplemente en asesinar a otro; hay violencia cuando usamos una palabra dura, cuando hacemos un gesto para echar a un lado a una persona, cuando obedecemos por miedo. De manera que la violencia, no es sólo la matanza organizada en el nombre de Dios, de la sociedad, de la patria, de un partido, de una ideología, sino que la violencia es mucho más sutil, más honda. Y nosotros debemos investigar las verdaderas profundidades de la violencia.

Cuando usted se señala a sí mismo como cristiano, musulmán, budista, protestante, liberal, conservador, uribista, de izquierda, europeo, americano u otra cosa, está actuando violentamente. ¿Sabe por qué eso es violencia? Porque se está separando de la humanidad restante; cuando uno se aparta de otros, por motivo de nacionalidad, creencia, o tradición, surge la violencia; por eso los humanistas nos han dicho, con gran acierto, que para intentar comprender la violencia, un hombre debe despojarse de esas mezquindades, Y que uno de los más grandes escollos para dejarla, se debe a que siempre estamos presos en esos lazos fatales.

Pero la pregunta que hemos propuesto es, ¿es posible erradicar la violencia en nosotros mismos? ¿Es posible a un ser humano, que viva en cualquier sociedad, echar psicológicamente la violencia fuera de sí mismo? Si es posible, el mismo proceso producirá una forma diferente de vivir en este mundo. Es una realidad que hemos aceptado la violencia como una forma de vida. Ahí tenemos dos espantosas conflagraciones mundiales que nada nos han enseñado, excepto levantar más y más barreras entre los seres humanos. Y ahí está la violencia, Y lo que es peor, multiplicada. Algunos, a fin de liberarse de la violencia, han usado un concepto, un ideal, y piensan que teniendo ese ideal de lo opuesto a la violencia se pueden desembarazar del hecho, pero la realidad cruda es que seguimos siendo violentos. Y así hemos tenido un sinnúmero de ideales; todas las tesis políticas, económicas y los mismos libros sagrados, están llenos de ellos: sin embargo, aún somos violentos; entonces, ¿por qué no bregar con la violencia misma, olvidándonos de todo ideal o proyección mental? Al fin y al cabo, el hombre realmente serio, a quien le urge descubrir qué es la verdad de la violencia, no tiene proyección mental alguna; vive sólo en lo que es.

Cuando alguien nos inspira aversión u odio, éste es un hecho, aunque parezca terrible; si se mira, si se examina completamente, el hecho cesa. Pero si se dice: «No debo odiar, debo tener amor en mi corazón», entonces, viviremos en un mundo hipócrita, con patrones dobles, pero si se vive completamente, plenamente, en el momento, en lo que se está descubriendo, es vivir con lo que somos, sin un sentido de condenación ni de justificación. Entonces, es tal la plenitud de la comprensión sobre el hecho, que este termina. Cuando vemos con claridad, el problema se soluciona, porque estamos mirando el asunto totalmente libre de ideologías.

Bueno, aquí hay una serie de afirmaciones, ¿las hemos entendido en realidad? ¿Por qué esta pregunta? Porque nuestra mente está condicionada, tiene su modo de vivir, tiene la influencia de la sociedad en que vive, y todo esto y muchas cosas más, nos impiden mirar un hecho y vernos libres de él, total e inmediatamente.

Sobre el quedar libre de la cuestión de la violencia usted podrá decir: «Lo analizaré, voy a considerar si es posible librarme o no de ella», o, «trataré ser libre de ella». No hay eso de “tratar”, porque ahí está permitiendo que intervenga el tiempo, mientras «la casa se quema»; la casa está en llamas como resultado de la violencia en todo el mundo y en usted mismo; no obstante, usted dice: «Déjeme pensarlo, ¿qué ideología o qué acuerdo es más conveniente para apagar el fuego? O, «¿qué acordamos para que cesen los secuestros, para extirpar las minas «quiebra patas», para sacar a la población civil del conflicto, para no involucrar a los niños y adolescentes en la guerra? Cuando su casa está en llamas, ¿discute usted en cuanto al color de piel del bombero que va a traer el agua?

Mientras se discute en la mesa de negociaciones de la paz, sobre cuál es la mejor fórmula que le conviene a la derecha o la izquierda. ¿Cuántos miles de muertos más debemos sepultar todavía? ¿Cuántos cientos de personas mutiladas más debemos ver por las minas “quiebra patas”? ¿Cuántos miles de familias más: deben sufrir con la tragedia del conflicto? Porque el conflicto continuo con el ELN y las disidencias de las Farc. ¿Cuántos miles de bebés huérfanos más deben padecer? No se sabe; lo que sí se conoce es que, hasta el momento, la paz ha sido inaccesible, está lejos de concebirse en nuestro país. Mientras las ideologías primen sobre los intereses de la nación la paz no será posible. La paz social está lejos de la paz civil.

Hernán Baquero Bracho 

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