MI NOVELA

Era 15 de enero, de aquel enero aciago, los deudos, amigos y familiares, habían abandonado la sala de la funeraria, quedamos sólo los hijos, algunos nietos y tía Maritza que cuenta como hija.  Era nuestra última noche con mamá, no queríamos perder ni un segundo de su ahora fría presencia.

-Quien se va a vestí de rojo mañana? Preguntó Ocha.

Todos nos miramos. Imaginando quizás el impacto de ponernos una prenda roja en un día de tantísimo dolor.  No habíamos pensado en ese detalle, por más que ella quisiera fiesta, no estábamos de fiesta.  Empezamos a hacer bromas e imaginar que diría mami, si no hacemos lo que ella dijo. Unos estaban dispuestos, otros no.  En fin, no definimos nada. Nos fuimos acomodando en los sillones y dormimos ahí al lado de ella, que dormía bellísima, muy elegante, vestida de blanco con sus labios rojos.  En la madrugada, nos despertamos y definimos acompañarla con su “outfif” todos de blanco, las mujeres con los accesorios y labios rojos, y los hombres con una rosa roja.

Silencio y quietud, no eran precisamente virtudes que la definían, Así, sólo se le veía cuando dormía. ¡Eso queríamos creer, que dormía, que la había cogido el día!  aunque bien sabíamos que, al despertar la mañana, ella no se levantaría gritándonos a todos: “Upa! Upa! Párense, que se hace tarde, y el sepelio es a las ocho de la mañana… ¿Bueno y a quien se le ocurrió poné un entierro a esa hora? Eso tiene que haber sido la pelo pega’o de Victoria, yo no había visto a quien le guste más un embeleco… Vamos negra, paráte que tú eres muy parsimoniosa, hacéte unos bollitos de queso, sudaos, con mantequilla y chocolate pa’ los pelaos, que es lo más rápido, a Juancho le fritái dos huevos agua’os, con pimienta y sal, como a él le gustan; apuráte pa’  que desayunen  porque quizá a qué hora hay almuerzo hoy… Uy no!! Yo no sé porqué dejaron que la nariz de patacón esa, pusiera mi sepelio a las ocho de la mañana, ¿eso dónde se ha visto?  los irán a acompañá los peñeros, si acaso.  Esas son las jodidas que a mí me emputan, ¡¡por eso es que me arrecho y no hago nada!!”

Cuánto nos hubiese gustado que esta vez la amenaza fuera en serio, que no se haría la celebración más importante de su vida, la última, su funeral. Cuánto hubiésemos querido que se levantara del ataúd, con rabia diciendo que ya no se iba a morir nada, porque nadie la ayudaba con todo lo que había que hacer para un entierro de la magnitud del suyo. Ya la puedo imaginar ¡¡Bueno, si no van a ayudar pa’ que inventan!! ¿Dónde está Rosa Paulina, Ya se encargó de confirmar a toda la familia de su papá? ¿Ya llegaron Carmen, Maritza, María de Los Santos, y sus hijos?? José Arístides se encargó de la gente de San Juan, de su familia y la mía? ¿Quién le avisó a Rafael Patricio? ¿Ya llegó? Rocío y Tomasa ya organizaron la casa de La Peña, que limpien todo, que organicen la cocina,  échenle agua al patio para que no se le pongan los pies mojosos a la gente, guarden las cosas en los cuartos con llave, ustedes saben que unos van a llorá y otros a pelá. Nena revisá los desechables, café, azúcar, panela, clavito, canela, genjibre,  los te, calentillos, agua, hielo. Negra ya despostaron la res, ¿clasificate la carne? ¿Que vai a hacé? Si vai a hacé sopa, llevá auyama y Malanga que allá en La Peña no van a encontrá, en esas piazo e’ tienda no se hay na’. María de Los Santos seguro trajo yuca, ñame y platano, metélos al carro.  ¿Quien te va a ayudá a cociná? Decíle a La Bechy de Alinita; meté las ollas y los calderos grande, los cucharones; llevá la carne que se va a usá allá y guardá el resto en la nevera de aquí y en la de ocha, no vayan a malvaratá la carne, que todavía faltan 7 días haciendo comida, aquí va a vení gente diario y a la gente hay que atendéla.  Guevo Juan, con cuántos carros contamos pa’ movilizá a la gente? ¿A quien hay que echále gasolina? ¿Ya cuadráte que quepan todos y quién se va con quién? Decile a Chayanne o  a La Checho que se encarguen de Armando de Jesús. La funeraria cuántos buses pone, ¿habrá que contratá más? ¡Ay No!! ¿Esto de depende de otro no es pa’ mi… Dónde está Victoria Dolores? Apuesto y está empampliná en un salón en vez de vení a ayudá… Vamos Chita, vamos Tan, vamos Yolo que nos agarró el día”

El cortejo fúnebre partió de la funeraria a las 6:37 de la mañana, una caravana no se de cuántos carros y buses, la tierra temblaba, o era quizás el corazón de su amado Juancho, sus hijos, sus nietos, bisnietos, hermanos, sobrinos, primos, amigos que daban golpes en el pecho y se sentían como un temblor. La aparente calma de la.mañana que apenas despierta, no duró mucho, verla regresar a la casa, a su Hamaca Grande, a su amada Peña, nos arrancó un grito mudo a todos; estábamos paralizados por el dolor de no verla entrar caminando a su casa. Hicimos consciencia, de que eso no volvería a pasar.   Colocamos su féretro en la sala, para que sus paisanos la despidieran. La gente se agolpaba al frente de la casa, circulaban entre la puerta de la calle y el portón, luego se iban a coger puesto en la iglesia, dónde ya era obvio no entrarían ni la quinta parte de las personas y seguían llegando más.

Iban a ser las 8:00 de la mañana, sabíamos que pronto saldría de su casa para no volver. Vi a papi entrar y lo seguí. Lo dejé llorar, lloré.

-Chambona!! Se dejó morí. Me dijo.

-La razón por la que no quería morir, eras tú. ¿A quién le dejo mi hombre? Tan mal acostumbra’o, me decía en nuestras largas noches de vigilia. Le preocupaban, tu, Armando y Baute, sobre todo tu tu.

Era inverosímil verla allí, quieta, callada, dormida; en medio de tanta solemnidad. Noté que el labial que le habían aplicado palidecía. ¡Que horror!! Tal cosa no debía suceder jamás. Si ella pudiera verse tomaría cartas en el asunto, inmediatamente. La imaginé diciéndome:  Negra retocáme el labial esa malacostumbre mía de coméme el labial, no se me quita ni muerta, mirá ya casi no tengo, se me ven esos labios desabri’os, parecen una pinga de perro, no teney un rojo Sangre’toro de esos que nos gustan, ¿por ahí?”.

Y Claro que lo tenía, mi querida amiga Luisa Fernanda le había enviado un labial rojo que no alcancé a entregarle, lo saqué de mi cosmetiquera y le retoqué los labios, le bese la frente dura y fría, le acaricie las mejillas ahora más tersas, quizá le hubiese gustado verse en el espejo, se veía más joven.

– “Tiene la barbilla entumia, se ve rara”, me dijo papi, abrazándome, “vamos a acomodála, así no es ella”, le levantamos un poco la cabeza y el me dio su pañuelo enrolladito, se lo puse debajo del mentón, para que no se bajara de nuevo.

-“Pendeja, te déjate morí. Cobarde, no peliate”.  Le dijo papi.  Nos abrazamos y lloramos delante de ella corriendo el riesgo que nos regañara. “ Juan Jodé-Así le decía cuando estaba embolatá- y ahora con que pañuelo me vai a llorá? ¿Trajiste dos? Ombe esa camisa blanca de lino, quizás de que color queda hoy, con la abrazadera de la gente, hay que lavála enseguida pa’ que no se manche. Negra, apenas que se la quite la echai en detergente y bicarbonato, con un chorrito de Vanix gel, no la vai a meté en la lavadora, que tú todo lo queréi lavá en lavadora.  Bueno dejen de llorá y salgan a atendé a la gente, que nada más veo llegá carro y carro. Mirá,  yo que creía que solo iban a vení cuatro gatos. ¿Cuántos carros hay negra? ¿Quiénes han llega’o?”   “Yo creo que ni cuando tú amigo “Mede” tocó en el festival vino tanta gente a La Peña, la plaza está llena, la sácate del estadio y eso que aún no son las ocho, van a llegá más”. Le habría respondido yo, y ella habría dicho con inmensa alegría: “Mí fanaticada no me falla, es que yo he sido una mujer muy cumplida con los pésames, y muy querida por mis amistades. Si fuera por agradecimiento a ustedes no viene nadie, porque ustedes no dan pésame. Ahora sí les va a tocá, porque aquí lo que hay es gente.  ¡Ay ombe!! Lastima que no pueda abrazarlos y darles las gracias. Que tienen prepara’o pa’ después del entierro, ¿te helado?, Aunque el café también quita el calor, ¿qué locura no? ¿Negra y quién va a decir las palabras de despedida? Vai a cantá Lirio Rojo?, Ve mirá, llegó el mushashon que me canto Lirio Rojo y me regaló el perfume Carolina Herrera, seguro te quiere saluda. Vayan, vayan a atender a la gente”.

Acto seguido entendí porque los humanos nos inventamos el pésame, es tan reconfortante cuando compartes el intenso dolor con alguien que sabes que también le duele, mucha gente nos abrazaba, unos abrazos más significativos marcaron el alma en ese momento, el de mi primo Rafael David, creo que antes que el nos viniera a abrazar nosotros corrimos a abrazarlo a él, cómo si el hijo menor hubiese llegado;  el de María Sierra, inseparable amiga de la infancia y juventud de mami, verla nos sacudió el alma a todos, su comadre Carolina, su prima María Elena, “La Jeye” La Comadre Fita y cada Peñero y amigos nos consolaban un poco.

Luis José me abrazó y me susurró al oído, te doy las gracias por permitirme conocer a una mujer tan absoluta y dueña de su vida, La Marquesa Celedonia y Mendoza, arrastrando la z, cómo los españoles. Esa mujer impactó mi vida y jamás pensé que seis días después de haberla conocido se nos fuera.  Que pergenio, que clase, ella era gente fina.   Aun habiéndose ido ha hecho una obra maravillosa, me trajo a La Peña, yo porque no había venido antes a este valle de piel dorada, cabelleras verde oliva, y mejillas ruborizada de siempre viva; me inspira un poema.  El olor a café, las trinitarias anranjadas que no conocía, hasta los abrojos me inspiran en La Peña, el lugar al que me trajo el sepelio de tu mamá, La Grande Él sabía que su verbo florido era bálsamo en ese difícil momento.  Al día siguiente me mandó el poema.

Caminamos de la casa a la Iglesia, una procesión que no ví terminar rodeaba la capilla para ser testigos de una hermosa misa concelebrada por todos los sacerdotes de la parroquia (en eso andaba Vicky), cantada por la celestial voz de Graciel Carolina, mi amiga del colegio y asistida por más de mil personas que llegaron de muchas partes a despedir a Celedonia La Grande. Al final mis hermanos me cedieron el honor de agradecer la asistencia y cerré cantando Lirio Rojo, cómo imaginé que le gustaría.

Cambiamos el vestido por labios rojos, más no teníamos ni idea de cómo cumplirle el deseo que sonara “La Juntera” y que Siguiera siendo el sepelio sobrio de mamá. A ella Dios la consentía y envió a el mismo Marciano Martínez, Sinfo, cómo le decía ella, el autor de la canción, desde La Junta a abrazarnos y expresarnos su sentir, sin saber que tenía la misión de cumplir un deseo final de mami.   Zummy bajó el acordeón del carro, empezó a tocar y marciano cantó, “Perdóneme señorita si en algo llego ofenderla, //pero es que usted es tan bonita q no me me canso de verla// Yo no la olvido un momento, yo creo que usted me ha embrujado //y estoy tan enamorado que la sueño hasta despierto//.  Llorando de imaginarla a ella cantar, coreamos a Sinfo.  El sentimiento unió los versos de Franklin Moya, Hugues Martínez, del mismo Marciano para honrar la memoria de mi Coqueta Hermosa…  al final del célebre verso que huguesito le pasó a Vicky que se salió de la métrica y melodía, nos sacó una sonrisa en medio de la desolación que sentíamos al entregarla en la bóveda fría.

Papi me dijo que lo acercara a colocarle la rosa roja que tenía en su mano, que el no sabía si era que lo había visto una película o lo soñó, pero el vió que el esposo le colocó una flor a la esposa antes de cerrarla y ella revivió, “quizá, si le pongo la rosa, se para de ahí, y no me deja solo, sin ojos. Ella era mis ojos”.  Lloraba con coraje mientras colocaba la rosa encima del hermoso cofre, blanco vintage, se sostuvo con las dos manos de la bóveda blanca para no caer del dolor, sus hijos lo abrazamos y lloramos con el, no era el último llanto, solo el de la despedida final.

Sus 30 nietos (faltó Juampa, que no encontró vuelo para llegar a tiempo desde Argentina) lloraban sin consuelo, les indique una ceremonia para que la dejaran ir a los brazos de nuestro Padre Eterno, otra vez lloramos todos. Beto Cele, un hijo que adoptó mamá cuando yo era niña, cerró la bóveda. Con una ramita de Corazón Fino escribí en el cemento fresco: Mi Coqueta Hermosa, risa de cascada, Señora de la Alegría, atrevida, absoluta, Libre e inmortal. Celedonia María Mendoza 23 de agosto 1941- 14 de enero 2018

El cementerio estaba casi solo, me acerqué una vez más al panteón y canté muy quedo: “Ay yo tenía mi Lirio Rojo bien adorna’o, con una rosita blanca muy aparente, //pero se metió el verano y lo ha marchita’o, por eso vivo llorando mi mala suerte//, se marchitó mi lirio rojo, pero fue culpa del verano, //por eso estoy desconsolado, al ver que me dejó tan solo//” mientras cantaba alguien me asió de los hombros, y cantó conmigo.  “Vamos! Hay que dejarla descansar en paz,” me dijo.

FIN.

No sé en qué parte de Mi Novela irá este fragmento, solo se que hoy te hago testigo privilegiado de las primeras líneas de ella. Puedes ayudarme mucho si me críticas. ¡Gracias!!

NORALMA PERALTA MENDOZA

DESCARGAR COLUMNA

11 comentarios de “MI NOVELA

  1. Carlos Rivera Duran dice:

    Desde el inicio al fin me deleite con este escrito tan vivencial que me dió sentimientos encontrados, me transportó a recordar el último adiós de mi madre, me imagine, sin haber tenido el gusto de conocer a la Sra de la Alegría me la imaginé organizando todo hasta el último detalle y los comentarios tal cual, como solo lo saben hacer nuestras viejas y en especial si son oriundas de la provincia como era mamá. Gracias Noralma por deleitarnos y darnos un avance de tu Novela, que con ansias estaré atento para devorarla, en el buen sentido de la palabra.

  2. Robinson Montaño dice:

    DIOS te regaló el tesoro que todo mortal quisiera tener… una mamá como la tuya… solo basta ver la calidad humana que tienes y la de algunos miembros de tu familia que he tenido la foftuna de conocer, para darnos cuenta que tu adorada madre hizo bien su papel y dejó a sus hijos unos buenos principios y valores… también que orgullo de tu preciado padre haber tenido una excelente compañera de vida… que incluso en sus ultimos momentos estaba preocupada por su hombre… ESO ES AMOR A PLENITUD y en toda la extensión de la palabra.. un abrazo mi apreciada Patadita… amiga Noralma.

    • Noralma dice:

      #MiPatadita, tu si sabei cómo se Leen estás tildes que parecen mal colocadas, pero es el cántaro de nuestra tierra. Gracias por leer con pasión cada una de mis crónicas. Nos debemos unos abrazos postpandemia

  3. Enrique Alfredo Cataño Iguaran dice:

    Hay que tener mucho temple y carácter, para escribir esta crónica del dolor y alegría a la vez,como lo hace Noralma.
    A mi tocó llorar,después de que todos lo hivieron, sol por llegar minuto después del sepelio,pero las lagrimágenes me ahogaron el dolor.Se que tenía el alma partida,pero con orgullo y sinceridad le :Gracias Doña Cele,ida mereció esto y mucho más, el puebloque jamás se olvidará de sus acciones.

    • Rosa Paulina Peralta Mendoza dice:

      Mi hermana, mía mi negra
      Aun me pregunto que deje de hacer para que no se fuera, por que la deje sola ese fin de semana, aun lloro y cuando te leo lloro más
      Te abrazo y ruego a Dios te siga dando ese don de escribir y poner color a lo que no tiene por siempre mamá en nuestros ♥ te amo mi negra Gracias

      • Noralma dice:

        Nada podías hacer, lo que ha de ser será y mami se iba ese día, ni tu, ni nadie podía impedir lo que ya estaba determinado. Ten paz. Hiciste más de lo que culaquiera de nosotros pudo hacer. Estabas ahí cuando se fue, es un permiso que solo a ti se te dió. No sufras por lo que no hiciste, gozaré por lo que si que fue mucho. Te amo hermana mía

  4. Noralma dice:

    #MiPatadita, tu si sabei cómo se Leen estás tildes que parecen mal colocadas, pero es el cántaro de nuestra tierra. Gracias por leer con pasión cada una de mis crónicas. Nos debemos unos abrazos postpandemia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
💬 ¿ Necesitas ayuda?
Hola 👋 ¿En qué podemos ayudarte?