Con un fenómeno de El Niño arreciando en todo el territorio nacional, es apremiante atender las alertas sobre el fuerte impacto que podría causar una larga sequía en la producción agrícola y ganadera del país. Una eventual escasez y aumento en el costo de los alimentos, conduciría hacia un escenario crítico a las familias más pobres, que luchan por llevar a sus bocas al menos una comida al día.
La falta de lluvias impacta en mayor medida a las poblaciones más vulnerables, que padecen por la escasez de agua y la inseguridad alimentaria. Un claro ejemplo es La Guajira, que debido a la carencia del preciado líquido, se mantiene en una crisis humanitaria sistémica que recrudece la pobreza extrema y los problemas de salud. Por consiguiente, ante un evento climático agresivo, como el actual Fenómeno de El Niño, es urgente intensificar, en los territorios, distintas medidas para garantizar la disponibilidad del agua potable, el abastecimiento de productos agropecuarios, la asistencia humanitaria y las ayudas económicas a los sectores de las poblaciones afectadas.
Los altos índices de desnutrición y las escalofriantes cifras de muertes por hambre, especialmente en la población infantil, dan cuenta de una dolorosa realidad que acecha sin contemplaciones en el país. De acuerdo con la Procuraduría, son más de 250, los niños que murieron por física hambre en Colombia entre 2023 y lo corrido de este año. Somos uno de los 63 países con mayor número de personas desnutridas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Aunque algunos de los productos de la canasta básica registraron disminuciones en sus precios en lo que va del mes de febrero, se teme que con el recrudecimiento de la sequía, se afecte en poco tiempo la producción local. En solo 45 días «El Niño» causó pérdidas por $122.400 millones en la ganadería bovina colombiana, así lo informó la Federación Colombiana de Ganaderos, FEDEGÁN. Ni que decir de las hectáreas de cultivo afectadas, que según cifras oficiales ascienden a más de 23.986 hectáreas.
Este fenómeno climático extremo no es más que uno de los terribles efectos de la actividad humana que está alterando la composición de la atmósfera mundial. Nuestro planeta nos está exigiendo medidas radicales para atender esta grave problemática que ya no da espera, cada año las sequías vienen con nueva fuerza mostrándonos sus consecuencias devastadoras, entre ellos la inseguridad alimentaria.
Sin lugar a dudas, la estrategia para mitigar los efectos de las sequías y las heladas debe ser la prevención y planificación. Así que, mientras nos alineamos a las adaptaciones que exige el cambio climático, es imperioso implementar políticas de acción, prevención y gestión que contribuyan a mitigar los efectos que traería el fenómeno sobre la producción agrícola y ganadera.
Con una economía en cuidados intensivos que amplía la enorme brecha de inseguridad alimentaria, afectando a millones de familias colombianas, se hace vital priorizar la lucha contra el hambre en el país. Para ello, urge contar con los mecanismos adecuados que permitan establecer una política pública coherente para responder y garantizar los derechos fundamentales de la ciudadanía, como lo son la alimentación adecuada y la protección contra el hambre y la desnutrición. Garantizar la seguridad alimentaria debe ser la prioridad.
José David Name Cardozo