El departamento de La Guajira cuenta con 104.963 hectáreas óptimas para la agricultura. Para el año 2.000 el área total sembrada correspondió a 33.219 Hectáreas aproximadamente, localizadas en su mayoría (90%), en la zona sur del departamento entre los municipios de Barrancas, Fonseca, Distracción, San Juan del Cesar, El molino, Villanueva y Urumita; y en el norte en los municipios de Riohacha, Maicao y Dibulla. Para el año 2007 el área sembrada fue de 31.289, con la misma tendencia del año 2000. La superficie cultivada prácticamente no ha crecido en los últimos años, por el contrario, se puede afirmar que desde 1.980, se ha venido reduciendo el área destinada a la agricultura. En el año 2010 el área sembrada fue de 22.478 hectáreas en cultivos semestrales, en cultivos anuales fue de 5.188 hectáreas y en cultivos permanentes fue de 13.270 hectáreas. Para el año 2011 el área sembrada fue de 22.619 hectáreas, en cultivos anuales fue de 6.518 hectáreas y en cultivos permanentes fue de 13.671 hectáreas. Para el año 2012 el área sembrada fue de 22.657 hectáreas, en cultivos anuales de 6.288 hectáreas y en cultivos permanentes fue de 14.512 hectáreas.
En cuanto a la producción de La Guajira en términos del área sembrada en Colombia y comparándola con otros departamentos es bastante pequeña, por ejemplo, el área cultivada representa apenas el 8,3% del área sembrada en el valle del cauca la cual supera las 400.000 hectáreas y el 23. 7% del área sembrada en el Cesar que supera las 140.000 hectáreas.
Aunque La Guajira es una de las regiones que presentan un alto potencial para el desarrollo del sector agrícola, gracias a sus condiciones climatológicas y a sus ventajas competitivas como la cercanía a los puertos permitiendo una visión exportadora a los países de la cuenca del Caribe, se merece un escaso nivel de cultivos tecnificados, un bajo grado de investigación, un bajo rendimiento real de los cultivos y un alto porcentaje de pérdidas post-cosecha (40% promedio) lo que mantiene al sector en un atraso constante en el ámbito nacional. Lo anterior aunado a la visión cortoplacista de los pocos empresarios agrícolas y a la falta de una política clara para el sector dan como resultado una economía agrícola deprimida enfocada a la producción de unas pocas variedades tales como: sorgo, arroz, algodón, plátano y yuca principalmente, las cuales no presentan uniformidad. Es bueno destacar que cultivos permanentes como la palma de aceite ha venido en aumento, para el año 2007 el área sembrada fue de 745 hectáreas, para el año 2012 el cultivo se incrementó en 2.300 hectáreas entre los municipios de Riohacha, Barrancas, Fonseca y Dibulla, así como el banano de exportación en el mismo año llegó a un total de 926 hectáreas y hoy está en el promedio de 1700 hectáreas en los municipios de Riohacha y Dibulla y el cacao en un área de 809 hectáreas, que son los cultivos de mayor tecnificación y de mayor rentabilidad a nivel nacional.
En cuanto a la comercialización de los productos, es importante anotar que la mayor debilidad que se presenta es la falta de información de los mercados nacionales e internacionales y de las diferentes tecnologías de utilización de energía, envases y otros insumos necesarios, creando una barrera importante para el desarrollo sostenible del sector. Se necesitan hacer alianzas estratégicas a nivel nacional e internacional, así como actualizar y modernizar los bancos de maquinarias que son obsoletos en el departamento y destinar recursos públicos al impulso y recuperación de la agricultura buscando vincular productos y actividades que garanticen el mayor impacto en la generación de empleo.
El decrecimiento económico de La guajira con la explotación minera que se inició en la década de los 80 es ostensible, desde todo punto de vista y las cifras económicas con sus análisis así lo demuestran. En la década del 50 al 60, el PIB de La guajira era del 5.2%, superior al PIB nacional que era del 2.2%. La vocación en esa época era netamente agropecuaria y comercial. En 1975, las cifras económicas indican que el 20% lo desarrollaba el sector agropecuario, el 57.9% lo desarrollaba el comercio, el 5.6% la industria y el 1.9%lo representaba la minería, con la explotación del gas de chuchupa en Manaure. Es decir, la vocación del departamento era netamente comercial y agropecuaria. En el año 1990, el área sembrada era la siguiente: 29.830 hectáreas de algodón, 10.000 hectáreas de maíz y 5.400 hectáreas de sorgo. La apertura económica nos quiebra y es remplazada por la gran minería.
En el año 2005, ya en plena era minera, el 54.4% corresponde al sector minero, el 6.5% corresponde al sector agropecuario, el 4.2% al comercial y el 0.5% al sector industria. Estas variables no han cambiado al contrario el sector agrícola se ha contraído más.
El aparato productivo se cae, lo quiebra el gobierno nacional a través de sus políticas públicas y nos impone la gran minería, lo que nos ha vuelto más pobres, y a pesar de esto la minería es quien mueve la economía departamental. En ese mismo año 2005 el DANE genera los datos de empleos para la península y atérrense: el 34% corresponde al sector servicios, el 29% al comercio, el 17% al sector agropecuario y el 2.9% corresponde al sector minero, a pesar que este renglón contribuye con el 50% del producto interno bruto del departamento. La tasa de desempleo fue del 5.7% y la población informal era de 48.000 habitantes. En el año 2010, la población informal crece a 122.000 habitantes, con una tasa de desempleo del 9.2%, según el DANE, aunque la realidad es otra. La informalidad en La Guajira está hoy en las cifras más altas de la historia y el desempleo ni se diga. “¿vamos a seguir siendo moto taxistas, vendedores de minutos y paga diarios?”. ¿Es este el futuro que nos espera? ¿Dónde está el desarrollo? ¿Cómo recomponer nuestra economía? son preguntas que hasta la fecha no tienen respuestas.
Hernán Baquero Bracho