Estuve allí. Sentada en el tercer Diálogo de Ciudad, en la Universidad de La Guajira, escuchando a líderes, académicos, funcionarios públicos, y ciudadanos hablar sobre lo que viene para Riohacha: el Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo, un evento sin precedentes que pondrá los ojos del mundo sobre nuestro territorio.
Y salí con el corazón inquieto.
No por falta de entusiasmo que sobra, ni por escasez de talento que abunda, sino por una razón más profunda y urgente: no hay una ruta clara. No hay fases, ni tiempos definidos, ni una estrategia pública que articule las voluntades. Y cuando no hay dirección, lo que hay es deriva.
Cuando una ciudad periférica, golpeada por el abandono histórico, se convierte en escenario global, tiene dos caminos: improvisar o transformarse. Y hoy lo digo sin ambigüedades: improvisar sería un suicidio estratégico. Pero planificar con visión podría cambiar el destino de una generación.
¿Qué está en juego?
Riohacha no solo será sede de un evento. Será medida, observada y narrada como símbolo de lo que puede (o no) hacer un país con sus márgenes. Aquí no solo vendrán expertos en migración. Vendrán agencias multilaterales, prensa internacional, cancilleres, empresarios y ciudadanos de más de 35 países.
¿Estamos listos para recibirlos? ¿Sabemos qué queremos que vean? ¿Sabemos qué legado vamos a dejar?
Hoy no hay respuestas claras. Y eso, en términos institucionales, es un riesgo.
El poder de una estrategia territorial auténtica
Riohacha no necesita parecerse a Nueva York. Necesita parecerse más que nunca a sí misma. Lo que nos diferencia es nuestra riqueza étnica, nuestra experiencia de frontera viva, nuestra vocación de acogida humanitaria y nuestra capacidad de resiliencia.
La ciudad necesita definir su propuesta de valor: ser la capital ética de la migración en el Caribe colombiano, un territorio que no maquilla la realidad, sino que la transforma con honestidad, innovación y coherencia.
¿Y cómo se logra eso?
Hoja de ruta pública: una línea de tiempo con fases claras, metas medibles, cronograma de ejecución, responsables visibles y presupuestos transparentes.
Estrategia de clúster: activar un ecosistema colaborativo que articule:
La academia como centro logístico y de conocimiento (Uniguajira, SENA).
El empresariado para infraestructura, transporte y hospitalidad.
Las comunidades indígenas como protagonistas, no como decorado cultural.
La cooperación internacional como socia estratégica de largo plazo.
Narrativa coherente y poderosa: no vendamos “folklore de exportación”. Mostremos capacidades reales. Exijamos que los medios cuenten quiénes somos, no qué temen.
Legitimidad institucional: los gobiernos nacional, departamental y local deben estar a la altura. Con liderazgo, decisiones firmes y compromiso ético.
Legado real: no más eventos que desaparecen en videos de cierre. Este foro debe dejar infraestructura, políticas públicas y redes de diplomacia indígena que perduren.
Diplomacia étnica: que los wayuu hablen con el mundo
Uno de los pilares más potentes que podríamos activar es la creación de una Red Binacional de Diplomacia Étnica Wayuu: una plataforma política, académica y cultural que represente al pueblo wayuu ante escenarios internacionales de migración, derechos humanos y cooperación transfronteriza.
Este foro puede ser el punto de partida para que Riohacha no solo hable por los migrantes, sino con los migrantes. Y para que el pueblo wayuu sea reconocido no como receptor pasivo, sino como actor geopolítico legítimo en el debate regional.
Como riohachera, no puedo quedarme callada
Escribo estas líneas desde el amor, desde la tierra donde nací, desde la orilla donde aprendí a mirar el mar sin miedo. Yo crecí en una ciudad que ha sido muchas veces olvidada, pero jamás vencida.
No quiero que Riohacha sea recordada como una sede más. Quiero que sea recordada como la ciudad que se atrevió a liderar con dignidad. Que nuestros niños puedan decir un día: “Aquí, donde todo parecía imposible, hicimos historia”.
Tenemos la oportunidad de transformar la narrativa de una ciudad invisible en una ciudad inolvidable. Pero eso no se logra con discursos. Se logra con decisiones.
Y Riohacha, mi tierra querida, este es tu momento.
No lo dejemos pasar.
Juana Cordero Moscote