DIEZ MINUTOS DE CORRONCHERA

Cuando necesito dividir cronológicamente a los miembros de mi familia paterna conocido como “ARIZATO”, usualmente los clasifico en dos grupos: Los que conocieron a CIRO VESPASIANO CUELLO ARIZA y los que no lo conocieron. Para información de estos últimos, CIRO VESPASIANO CUELLO ARIZA, simplemente referenciado como CIRO, era el último hijo de mi abuela ALTAGRACIA ARIZA VEGA.

Ciro nació en unas circunstancias especiales, pues su padre murió en un absurdo accidente antes de cumplir 45 años en su Finca “Hatico”, cerca de San Juan del Cesar, cuando intentaba abrir un portón para permitirle el paso a su hija Elizabeth. Al impulsar el portón desde su cabalgadura con la cacha de la escopeta, el portón se devolvió, la escopeta se disparó y allí se apagó su vida. El hijo que en ese momento Acha llevaba en su vientre, heredo el nombre de pila bautismal de su padre, don CIRO VESPASIANO CUELLO PEREIRA. Ese suceso ocurrió el 4 de marzo de 1947.

Estoy seguro que, con los adelantos médicos de la actualidad, Ciro habría superado las limitaciones de lenguaje que marcaron su identidad y que terminaron por sumirlo en una depresión que lo llevo a la muerte cuando apenas tenía 34 años en 1981.

Muy temprano su propia familia lo graduó como un desvalido, en una mezcla de sobreprotección e impotencia. Todo su entorno familiar lo trataba con cariño y en su casa siempre intentaron complacerle sus caprichos. Acompañaba a su madre a la finca, no lo pusieron en la escuela y con mucha frecuencia pasaba temporadas en casa de otros familiares.

Margarita Ariza Cuello, su sobrina, es tal vez una de sus mejores “traductoras”, pues no siempre era fácil entender sus mensajes hablados. Todavía hoy, 40 años después de su muerte, lo recordamos en cualquier momento, generalmente a raíz de cualquier comentario marginal. Mi primo Arístides Ariza, por ejemplo, siempre trae a colación las frases más comunes de Ciro cuando lo visito para saborear las tertulias que hacemos cada vez que la vida nos permite solazarnos con su recuerdo. Muchas veces el saludo con el que Arístides me recibe en su casa, es una frase de Ciro. Po ejemplo:

  • “Ay Acha… taene buco… que teno loloi cabeeeeza…”

(Quien necesite ayuda para traducir, puede llamar a Margarita Ariza)

Una vez visitando a su hermano Orlando Cuello en San Juan, su sobrina Luz Ángela le apago el foco de su habitación accidentalmente e inmediatamente riposto:

  • Zanela…! Pene foco…que eto la culo…!!!

En otra ocasión se aprestaba a visitar a su primo Álvaro Amaris y le preguntamos. Ciro, pa donde vai…?

  • Voy Colazzi…. ¡Voy visita mi pimo Valito Mali…!

En fin, eran muchas las visitas que Ciro realizaba a su familia. Y entre estas, una de sus preferidas era pasar largas temporadas con sus primos Ariza Facholas en Medellín, cuando estos estudiaban en la capital de la Montana. Allí le ensenaron las artes del buen vivir, del buen vestir y con semejantes profesores se volvió un experto en el arte de enamorar. Su figura lo ayudaba mucho, pues era alto, de buen garbo, muy caballeroso, extremadamente pulcro en el aseo personal y además, muy elegante en el vestir, pues sus hermanas Yolanda y María Cristina le surtían su escaparate con los mejores atuendos de la época. Llego a jactarse, sin rubor, que era el hombre más elegante de Valledupar.

Sus primos Ariza Facholas le propiciaban encuentros con féminas elegantes y socialmente bien posicionadas. Muchas claudicaban ante sus atributos de elegancia y caballerosidad. Para ocultar su discapacidad de lenguaje, muchas veces era presentado como italiano o como brasilero, pues esto permitía camuflar su origen provinciano. Pero estos romances tenían una duración corta, porque Ciro no tenía la capacidad de acomodar en su memoria el mapa de falsedad para llevar a cabo su plan de ser un Don Juan profesional.

  • ¿De qué parte de Italia eres?
  • ¡De Vallelupal…!

Y hasta ahí llegaba la película.

Sus primos Ariza Facholas le ensenaron muchos Tips de elegancia y comportamiento social en Medellín. Uno de ellos fue este:

  • Primo, las gafas oscuras se usan hasta las 5 de la tarde. El tipo que usa gafas oscuras después de las 5 de la tarde, es un corroncho.

Ciro, que era muy riguroso para cumplir sus protocolos de vestimenta y de aseo personal, esta recomendación la cumplía con estricto apego. Y este ceremonial de etiqueta del horario de las gafas de sol lo practico hasta el final de sus días. Muchas veces lo vimos practicando este ritual aprendido de sus primos.

  • Cico puto. Quital gafas. ¡Tipo usa gafa lepue la cico puto, e colocho…!!!

Al tiempo que se despojaba de sus espejuelos oscuros y los guardaba. Esto, con el tiempo…se le volvio una práctica inveterada.

En cierta ocasión llevamos a Ciro a un paseo a la orilla del rio Cesar. Había acordeón, canto, jolgorio, comida, trago y toda la parafernalia propia de un evento de esta naturaleza. Ciro le pregunta a Javier Cuello:

  • Javie… ¿Que hola tienes…?
  • Son las 4 y media Ciro.
  • Hace favol, avisa cuano sea cico puto.

Un momento más tarde Ciro vuelve a preguntar:

  • Javie… ¿Que hola tienes…?
  • Cinco menos cuarto, Ciro.
  • Hace favol, avisa cuano sea cico puto.

Más tarde Ciro reitera la pregunta a Javier:

  • Javie… ¿Que hola tienes…?
  • Cinco y diez, Ciro.

Los que estábamos a su lado sabíamos perfectamente que Ciro preguntaba insistentemente la hora para dar cumplimiento a su ritual de las gafas. Lo que no imaginamos, es que esto fuera a ocasionarle una monumental contrariedad:

  • Nojooooola….! Te dije avisala cuano fuela cico puto. ¡Me hicite pasa lie minuto de colochela…! Nojola…!!!

Orlando Cuello Gámez

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Un comentario de “DIEZ MINUTOS DE CORRONCHERA

  1. Maria Cecili Ochoa dice:

    Muy bueno el relato,todo apropiado para describir el personaje yo conocí a Ciro y era su amiga a través de Maria Cristina quién fue mi compañera de curso

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