OBSTÁCULOS QUE NOS IMPIDEN SER DETERMINADOS

Comencemos esta reflexión con la definición del concepto de la determinación, es lo que permite que una persona cumpla sus metas y objetivos. Una persona con determinación no se detiene a pesar de los fracasos, las equivocaciones, la adversidad y el avance lento, sino que mantiene el interés, aprendizaje continuo y esfuerzo a lo largo del tiempo.

El mundo, espera que una persona determinada se capaz de:

  • Encontrar soluciones para cumplir sus objetivos
  • Continuar a pesar de las adversidades
  • Tener confianza en sí misma
  • Ser proactiva y autónoma
  • Establecer relaciones sociales satisfactorias.

Por otra parte, bíblicamente la determinación es la firmeza y la valentía para cumplir las metas, sin importar las dificultades. Para ello, debemos tener algo claro, que solos no podemos ser constantemente determinados (Juan 15:5). Por lo que es importante considerar dos cosas que Dios nos enseña a través de su palabra:

  1. Cuando nos determinamos la palabra de Dios nos asegura que tendremos éxito, así está escrito en Job 22:28 Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, y sobre tus caminos resplandecerá luz.
  2. Dios coloca en nosotros el deseo que hacer las cosas que a Él le agradan, como dice en Filipenses 2:13 Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada.

 

Entonces ¿por qué no logramos las metas? ¿Por qué no completamos lo que iniciamos?  Pudiéramos mencionar muchísimas limitaciones que nos impiden permanecer y proseguir al blanco (la meta); no obstante, nos enfocaremos en 4 aspectos trascendentales que nos imposibilitan ser determinados.

Como vimos antes, la palabra de Dios señala que El coloca en nosotros lo necesario para conquistar las metas y nos da la firmeza cuando tomamos la decisión de hacerlo, pero muchas veces sucede lo que ocurrió con Pedro. En uno de los pasajes bíblicos más conocidos a través de la historia, en Mateo 14:22-36 vemos como en medio de una tormenta se hallaban los discípulos en aprietos, “luchaban contra grandes olas”. En ese momento Jesús no estaba con ellos, sin embargo, luego aparece caminando sobre el mar y les dice No tengan miedo—dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí”, Pedro entonces responde: “¡Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua!” Pedro no lo pensó dos veces, se bajó de la barca decidido a caminar sobre el mar y realmente comenzó a hacerlo, ya sabemos lo que sucede luego, y aquí viene el primer obstáculo para la determinación:

  • Perder el enfoque. Una persona desenfocada es aquella que se encuentra en un estado de incertidumbre, angustia, o perturbación continua. También hace referencia a alguien que no tiene claras sus prioridades.

Tomando como ejemplo a Pedro, vemos como la distracción producida por el sonido del viento, la bravura de las olas y la profundidad del mar produjeron que se hundiera, Pedro se desconcentró, perdió el foco, empezó a razonar y realmente lo único que hacía que el pudiera caminar sobre el mar era el poder de Jesús.

Nos sucede igual, si quitamos los ojos de Jesús y nos centramos en nuestras habilidades, circunstancias o imposibilidades, indiscutiblemente viviremos bajo el peso de nuestros problemas y esto nos impedirá lograr los objetivos.  Por esto, la palabra de Dios enseña en hebreos 12:2 que fijemos los ojos, centremos toda nuestra atención en Jesús, el autor y consumador de la fe. Fijar tiene como sinónimos: establecer, determinar, incrustar, asentar, asegurar, entre otros.

Si observamos detenidamente la vida de Jesús, El nunca perdió el enfoque, no perdió nunca de vista el propósito por el cual vino a esta tierra, por eso es nuestro mejor referente. Al final de su vida él pudo decir “Consumado es” o sea, he terminado aquello que se me encomendó. En cambio, nosotros nos distraemos con facilidad, perdemos el rumbo, porque no hemos entendido cual es nuestro propósito en la vida, por eso hoy comenzamos una cosa y mañana cambiamos de opinión, no tenemos claridad. Pero al mirar a Jesús tendremos la perspectiva correcta, para no dejar que lo que nos rodea (sea bueno o malo) nos haga abandonar la carrera. Debemos mantener nuestro rumbo y nuestra brújula es Cristo.

Por qué el peligro de andar desenfocados no es solo la imposibilidad de avanzar hacia la meta, sino que también nos aleja de Dios y nos lleva a vivir una realidad engañosa, diferente a la que Él ha dispuesto para nosotros y esto en últimas nos llevará a otro aspecto que nos hace perder la determinación: La duda.

  • La duda, es un estado de indecisión o de falta de certeza. En el momento que Pedro dejó de ver a Jesús, se concentró en la situación (Problema), y comenzó a hundirse. Continúa diciendo en Mateo 14: 30-31 pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí? Cuando Pedro se bajó de la barca, tenía toda la intención de caminar sobre el agua como su maestro, se podría decir que dio un salto de fe con buenas intenciones, pero su fe flaqueó.

Pedro dejó que la duda desplazara su fe. A pesar del tiempo que había convivido con Jesús, incluso podría considerarse que Pedro, era uno de sus amigos más cercanos; sin embargo, todavía estaba aprendiendo a confiar completamente en el Señor.

Debemos aprender a identificar inmediatamente cuando la duda toque nuestra mente, porque si dejamos que la duda crezca, esta puede pudrir nuestras raíces espirituales hasta que nos hundamos.

La duda se produce cuando hay incertidumbre o falta de claridad en una situación. Puede surgir por causa del miedo al fracaso, la falta de confianza en uno mismo o la presión externa. En cuanto a esto, Pedro dejo de confiar momentáneamente en Jesús, por que los seres humanos tendemos a perder la confianza por dos razones básicas: – Nos han defraudado antes o; – No conocemos a la persona y por ello ponemos en duda lo que nos dice.

En el caso de Pedro no se puede decir que Jesús lo hubiese defraudado en algún momento, esto nos lleva entonces en la segunda razón para desconfiar.  —Sí, ven—dijo Jesús, en este verso, Jesús le estaba dando la seguridad, la autoridad y el respaldo necesario para hacer algo imposible humanamente, pero no pudo lograrlo porque no confió lo suficiente en lo que Jesús le dijo. Esto nos lleva al siguiente obstáculo.

  • No conocer realmente a Dios. En el libro de Job 42:1-6 Entonces Job respondió al Señor: «Sé que todo lo puedes, y que nadie puede detenerte. Tú preguntaste: “¿Quién es este que pone en duda mi sabiduría con tanta ignorancia?”. Soy yo y hablaba de cosas sobre las que no sabía nada, cosas demasiado maravillosas para mí. Tú dijiste: “¡Escucha y yo hablaré! Tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas”. Hasta ahora solo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojo Me retracto de todo lo que dije, y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento».

Analizando la historia de Job, se puede decir que su proceder era recto delante de los ojos de Dios y que era temeroso de Él (Job 1:8).  No obstante, esto no significa que le conociera a profundidad. Así como a pedro el convivir con Jesús, en algún momento no le fue suficiente para comprender la magnitud de su poder. A través del proceso Job llegó e conocer íntimamente a Dios, por que ciertamente la confianza requiere un relacionamiento íntimo. Dios es fiel, el no miente, conoce nuestras luchas y sabe lo que es mejor para nosotros, por eso lo que él nos demandará a hacer nunca nos llevará a ahogarnos.

Conocer a Dios disipa las dudas, y para conocerlo debemos:

  • Estudiar la palabra de Dios. En ella tenemos la revelación de Dios de su carácter, sus promesas y su voluntad. (Josué 1:8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien).
  • Aprender a escucharlo con reverencia y anhelo. (Juan 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen) (Juan 8: 47ª El que es de Dios, las palabras de Dios oye)
  • Alejarnos de las cosas que a Él no le agradan (pecado). 1 Pedro 3:11-12 Apártate del mal y haz el bien. Busca la paz y esfuérzate por mantenerla. Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno, y sus oídos están abiertos a sus oraciones. Pero el Señor aparta su rostro de los que hacen lo malo.
  • Creer que Él es real. (hebreos 11:6b Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe).
  • Tomar cada problema o situación difícil como una oportunidad para ver a Dios obrando a nuestro favor y dimensionar la magnitud de su poder y su soberanía. (Romanos 8:28 a los que a Diosaman, todas las cosas les ayudan a bien…)
  • Descansar en la certeza de que su voluntad que siempre será buena para nosotros. (Romanos 12:2 Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.)
  • Ejercitar las disciplinas espirituales que hemos aprendido (Ayuno – Mateo 6:16-18, Oración Filipenses 4:6-7, Vigilia – Marcos 13:36-37) para fortalecer nuestra mente y nuestra fe.

El deseo de Dios es que le conozcamos, como dice en Oseas 6:6 Quiero que demuestren amor, no que ofrezcan sacrificios. Más que ofrendas quemadas, quiero que me conozcan

  • El último obstáculo que es preciso analizar es la falta de entendimiento. Esto hace referencia a alguien que carece de sabiduría o discernimiento. Cuando no entendemos el propósito de nuestra vida perdemos la determinación, cuando no entendemos por qué hacemos lo que hacemos, o no entendemos si quiera por que corremos la carrera, esto nos hace perder el rumbo y a tomar decisiones erráticas.

Dice en Lucas 24:45-48 que antes de ascender una de las ultimas cosas que hizo Jesús fue abrirles el entendimiento a sus discípulos. Luego les dijo: —Esto es lo que les había anunciado cuando todavía estaba con ustedes: que todo lo que está escrito sobre mí en la ley de Moisés, los libros de los profetas y en los Salmos tiene que cumplirse.  Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: —Está escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar al tercer día,  y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que cambien y se vuelvan a Dios para el perdón de los pecados. Empiecen desde Jerusalén pues ustedes son testigos de todo esto.

Abrirles el entendimiento fue lo último que hizo Jesús por sus discípulos antes de ascender al padre. ¿Para qué? para que comprendieran la palabra de Dios, para que entendieran el alcance y la magnitud de lo que Él había venido a hacer a la tierra, y para que, con base en esto, ellos pudieran cumplir con la asignación que se les había encomendado de anunciar a todas las naciones el mensaje de vida.

Esto es algo notable, dado que, el hecho de no entender por qué hacemos lo que hacemos, para que nos levantamos cada día, que hay detrás de cada experiencia de vida, nos lleva a vivir sin expectativas. Era necesario que Jesús se apareciera una última vez a sus discípulos, fue oportuna esta última conversación, si esto no hubiese ocurrido probablemente los discípulos no hubieran podido cumplir a cabalidad su propósito.

Dios nos da entendimiento para trascender, tener una visión diferente de las cosas y tomar las decisiones correctas para alcanzar la meta. El entendimiento transforma nuestra manera de percibir a las personas, situaciones y entornos. Es el entendimiento lo que nos conecta con el propósito de Dios (Daniel 10:12).

En la biblia se menciona a un hombre llamado Bartimeo (Marcos 10:46-52), un hombre ciego y mendigo, estaba realmente en una condición difícil, pero este hombre no se conformó con seguir viviendo así y se determinó a cambiar su situación. Él había escuchado de Jesús, y decidió sentarse en el camino a esperar que un día Jesús pasara y así sucedió.

Luego llegaron a Jericó. Cuando Jesús y sus seguidores salían de allí acompañados por mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado al lado del camino. Cuando oyó que venía Jesús de Nazaret, comenzó a gritar: —¡Jesús, ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Muchos lo regañaron y le decían que se callara, pero el hombre gritaba aún más: —¡Hijo de David, ten compasión de mí! Entonces, Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo. Llamaron al ciego y le dijeron: —Anímate y levántate, Jesús te está llamando. El ciego se quitó el manto, dio un salto y fue a donde estaba Jesús. Jesús le dijo: —¿Qué quieres que haga por ti? El ciego respondió: —Maestro, quiero ver de nuevo. Jesús le dijo—Puedes irte, tu fe te ha sanado. Enseguida el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.

Bartimeo entendió quién era Jesús, por ello lo espero con paciencia, se sentaba en el camino a ver si ese sería el día que tendría un encuentro con Jesús, porque Bartimeo comprendió que era el único que tenía el poder de trasformar su circunstancia. Vivir con esta certeza, le permitió cambiar sus expectativas, tener esperanzas, levantarse cada día con ánimo, aunque no pudiera ver y su situación fuera paupérrima, ahora tenía ganas de vivir y encontrarse con el hijo de Dios para recibir su milagro.

Él supo que Jesús no era un simple profeta, entendió que era el Mesías, él conocía las escrituras y por ello lo llamó “hijo de David” en dos ocasiones y esto llamó la atención de Jesús.

En definitiva, para caminar con determinación por esta aventura llamada vida necesitamos superar los obstáculos que quieran menguarnos. Esforzarnos cada día y vencer el temor, el desaliento, la desesperanza, la duda y la confusión con la ayuda del espíritu santo de Dios, necesitamos mantenernos enfocados y centrarnos en nuestro salvador para no perder el rumbo, debemos cultivar el anhelo de conocer profundamente a Dios, por que entre más lo conocemos más entendemos nuestro propósito en la vida, se acrecentará nuestra confianza en su palabra y en su voluntad, que siempre será lo mejor para nosotros.

Vicky Pinedo 

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